El Vuelo del Fénix

EL VUELO DEL FÉNIX 268 Esto significa que el consumo de la fuerza de trabajo que rea- liza el capitalista para la producción de plusvalía, cuando aún no está consolidada la formación histórica del capital, es impuesta por vía de la coerción extraeconómica. La historia de desaparición de la clase de los artesanos es, precisamente, un capítulo importante –si bien no el único– en la historia de la subordinación formal del trabajo al capital; ella también es escisión del artesano de sus me- dios de trabajo, de su objeto y del producto del mismo. En efecto, la concentración de medios de producción que se va desarrollan- do, los cuales van pasando de manos de la clase de los artesanos a manos del capitalista en forma de capital constante, primero con la manufactura y luego con la gran industria, conlleva a que el artesano quede sometido al ejercicio de su oficio a lo interno del espacio do- minado por el capitalista y, por consiguiente, este se convierte en un poder que debe supervisar al trabajo asalariado de manera continua para lograr apropiarse tanto de su resultado como de todo el proceso laboral (que incluye el conocimiento del oficio). De allí que la manu- factura se diferencia del taller sólo cuantitativamente: En lo que respecta al modo de producción mismo, por ejemplo, en sus comienzos la manufactura apenas se distingue de la industria gremial del artesanado por el mayor número de obreros que utiliza simultá- neamente el mismo capital. El taller del maestro artesano no ha hecho más que ampliarse. (Marx, 2012:391) No basta, entonces, con separar violentamente a los productores de sus condiciones de producción, se deben reunir la fuerza de trabajo lanzada al mercado bajo una misma relación, es decir, bajo un mismo capital para poder desarrollar las fuerzas productivas. El desarrollo de ellas depende, por consiguiente, de la reunión en un mismo espa- cio y bajo un mismo proceso indiviso, de los distintos procesos de trabajo que el capital encuentra en la circulación, así como de los medios de producción para absorber el trabajo vivo comprado. Ya sabemos que con la expulsión de las clases campesinas de sus tierras aquellas son violentamente obligadas a venderse como asalariadas; y que son coercionadas a aceptar la disciplina de dicho proceso pro- ductivo (destrucción de las relaciones anteriores y subjetivación de las nuevas relaciones). Ahora, bajo un capital particular, este último asume una función “directiva, vigilante y mediadora” sobre los tra- bajadores; así, para ellos, las relaciones de sus distintos procesos la- borales se les enfrenta como “autoridad del capitalista, como poder de una voluntad ajena que somete a su objetivo la actividad de ellos” (Marx, 2012:402-403). El capitalista, apoyado por las leyes, el Estado

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