El Vuelo del Fénix

EL VUELO DEL FÉNIX 264 Es precisamente este resultado histórico, de donde surgen las clases trabajadoras y las clases poseedoras en la formación capitalista, la síntesis de los distintos procesos que confluyen en la acumulación ori- ginaria, ella no es, “por consiguiente, más que el proceso de escisión entre productor y medios de producción” (Marx, 2012:893). Es en este sentido que se puede entender que el ejercicio del poder como violen- cia sea una “potencia económica” (Marx, 2012:940), pues es ella la que permite crear las condiciones sobre las cuales se va a desarrollar la relación del capital hasta convertirse en sistema mundial. Lo que habría que revisar, entonces, son las características que adquiere esta violencia en su multidireccionalidad. Subordinación del trabajo vivo como violencia: multidireccionalidad en el ejercicio del poder Si bien la violencia es, en cuanto potencia económica que separa a los productores de sus condiciones de producción, “la partera de toda sociedad vieja preñada de una nueva” (Marx, 2012:940), hay que te- ner en cuenta que la “expropiación que despoja la tierra al trabajador constituye el fundamento de todo el proceso”, y que dicha expropia- ción “adopta diversas tonalidades en distintos países y recorre en una sucesión diferente las diversas fases” (Marx, 2012:895). ¿Por qué la expropiación de la tierra al trabajo es el fundamento del proceso? ¿De qué fundamento habla Marx Aquí? En una palabra, si la tierra es la madre de toda la riqueza social, no es de extrañar que su expropiación –y consiguiente mercantiliza- ción– sea el punto de partida de la violencia originaria del capital. Y si, por su parte, el trabajo es el padre de dicha riqueza, este debe encontrarse de manera “libre” en la circulación para poder ser ad- quirido en función de la valorización del capital (compra-venta de la mercancía fuerza de trabajo). Se entiende por consiguiente que, al origen, el capitalismo esté fundado en la expropiación masiva de la población rural: separación del trabajo vivo de su base material his- tóricamente conformada; y eso tanto en el centro del sistema como en su periferia colonial. En realidad, el patrón del poder moderno/ colonial surge también de esta acumulación originaria y de su di- ferencia en el desarrollo de la violencia ejercida en la polarización centro-periferia. Además, podemos agregar un elemento empírico importante para le época: “El mundo de 1789 era preponderantemente rural y no pue- de comprenderse si no nos damos cuenta exacta de este hecho” (Hobs- bawm, 1980:29). Los distintos sistemas agrarios que sustentaban las sociedades del momento variaban de un lado del globo al otro pero en términos poblacionales, y aún económicos, el campo (como espacio

RkJQdWJsaXNoZXIy MTA3MTQ=