El Vuelo del Fénix
263 Roger Landa ferentes de poseedores de mercancías; a un lado los propietarios del dinero, de medios de producción y de subsistencia […] al otro lado, trabajadores libres, vendedores de la fuerza de trabajo propia y por tanto vendedores de trabajo (Marx, 2012:892). Sin embargo, aquí Marx agrega algo más. Algo que no es visible en la circulación, pero tampoco en la misma producción cuando esta se observa ya consolidada en un país capitalista como la Inglaterra de la cual él se ocupa con mayor detalle. Me refiero a un elemento histórico que, por ser tal, es también político. El mito de la economía política sobre el pecado original es conocido incluso en la actualidad, pues aún se le escucha repetir como verdad inconmensurable de voz de las mismas clases subalternas: En tiempos muy remotos había, por un lado, una élite diligente, y por el otro una pandilla de vagos y holgazanes. Ocurrió así que los primero acumularon riquezas y los últimos terminaron por no tener nada que vender excepto su pellejo. Y de este pecado original arranca la pobreza de la gran masa –que aún hoy, pese a todo su trabajo, no tiene nada que vender salvo sus propias personas– y la riqueza de unos pocos, que crece continuamente aunque sus poseedores hayan dejado de trabajar hace bastante tiempo (Marx, 2012:891-892). En verdad, como sabemos, la historia real es bastante alejada del mito idílico, pues “los métodos de la acumulación originaria son cualquier cosa menos idílicos” (Marx, 2012:892). ¿Qué es lo que realmente ac- túa en ella? “En la historia real el gran papel lo desempeñan, como es sabido, la conquista, el sojuzgamiento, el homicidio motivado por el robo: en una palabra, la violencia” (Marx, 2012:892). Nos hallamos, por consiguiente, con un hecho originario: la formación capitalista necesita de la violencia como mediación para escindir al trabajo vivo de sus condiciones de producción y reproducción. Por consiguiente, el ejercicio del poder como violencia está al origen de la formación ca- pitalista: es el proceso histórico de separación del trabajo vivo de sus condiciones de producción y reproducción. La naturaleza –comenta Marx– no produce por una parte poseedo- res de dinero o de mercancías y por otras personas que simplemente poseen sus propias fuerzas de trabajo. Esta relación en modo alguno pertenece al ámbito de la historia natural, ni tampoco es una relación social común a todos los períodos históricos. Es en sí misma, osten- siblemente, el resultado de un desarrollo histórico precedente, el pro- ducto de numerosos trastrocamientos económicos, de la decadencia experimentada por toda una serie de formaciones más antiguas de la producción social (2012:206).
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