El Vuelo del Fénix

EL VUELO DEL FÉNIX 246 mos, Lenin quiere encontrar una salida revolucionaria recuperando hacia adelante el Manifiesto del Partido Comunista ; y ante la crisis bélica y social que ésta desencadena, cree entrever la actualidad de la revolución sepultada por Bernstein; pero lo hace, desafortunada- mente, asumiendo una visión lineal del progreso capitalista como la que la ideología del progreso figura sólo que en un sentido negativo: como progreso en la decadencia; así que forja su teoría del imperia- lismo como “última fase del capitalismo” y en la que la revolución proletaria es inminente. Sin percatarse que el desarrollo histórico capitalista sigue un camino paradójico y pulsátil, según ocurra el agotamiento de las MGK en que se base en un momento dado y la inauguración de nuevas. Por eso es que ya en 1858, Marx escribe a Engels (Marx y Engels, 1972) 4 sobre el posible retraso que sufrirá la revolución proletaria por haberse ampliado la base geográfica en la que el capitalismo se afian- za, al haber desbordado las fronteras de Europa y desarrollarse ya en Estados Unidos y en Rusia en el curso de haber esbozado ya un mer- cado propiamente mundial, etc., y tener ante sí inmensos territorios todavía por llenar; así que habiendo avanzado en la MGKM más allá de los lindes de la MGKEC, diríamos nosotros. Más aún, la revolución proletaria propiamente dicha resultó imposible durante todo el siglo XX y lo que va del XXI, pues las que hemos visto han sido más bien revoluciones campesinas, con cierta participación proletaria y con vocación socialista. De suerte que la actualidad de la revolución proletaria sustentada por el Ma- nifiesto del Partido Comunista en su momento con base en realida- des incontrovertibles, e insistida por Lenin con base en espejismos y por la fuerza del posicionamiento político a contracorriente de Bernstein y aún de Kautzky que Lenin se exigía, la actualidad de la revolución, digo, de pronto no fue tal; pero algunos marxistas pos- 4 Cabe señalar que Marx escribe a su amigo esta carta de tan decisivos señala- mientos para la geopolítica mundial del capitalismo, del desarrollo de este y de las previsiones de la revolución comunista, imbuido en la intensa impresión de una noticia reciente acerca de que el mundo ha quedado efectivamente comunicado con base en el esfuerzo de un empresario capitalista norteamericano, Cyrus West- field, apoyado por los gobierno de Estados Unidos y de Gran Bretaña. En efecto, el 5 de agosto de 1858 –apenas un mes antes de enviada la carta de Marx a Engels– este empresario realizó la hazaña de tender a lo largo del Atlántico Norte el cable telegráfico que por primera vez logró unir a Europa con América, pues puso en contacto a Estados Unidos con Gran Bretaña, países que ya se encontraban inter- conectados telegráficamente con el resto de países de sus respectivos continentes. La noticia causó sensación durante semanas a ambos lados del Atlántico y tuvieron lugar grandes festejos con discursos de la reina de Inglaterra y el presidente de Estados Unidos.

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