El Vuelo del Fénix
203 Itsván Mészáros La naturaleza ha hecho iguales a los hombres, en cuanto a las faculta- des de su cuerpo y su mente; tan es así que a veces podemos hallar un hombre que manifiestamente posee mayor fuerza corporal o agilidad mental que otro, pero cuando se considera en conjunto la diferencia entre hombre y hombre no resulta tan considerable como para que uno solo de ellos pueda reclamar para sí beneficios que no pueda pre- tender otro al igual que él. Porque en lo que atañe a la fuerza corporal, el más débil posee la suficiente para matar al más fuerte, bien por maquinación secreta o en alianza con otros que corran el mismo pe- ligro que él. Y en cuanto a las facultades de la mente, (poniendo a un lado las artes que se fundamentan en las palabras y especialmente esa facultad de proceder siguiendo reglas generales e infalibles llamada Ciencia, que muy pocos poseen, y no es una facultad natural, innata, ni tampoco conseguida, como la Prudencia, mientras se busca algo diferente) yo encuentro una igualdad entre los hombres aún mayor que la de la fuerza. Porque la Prudencia no es más que Experiencia, la cual los hombres adquieren por igual y en igual tiempo, y en aquellas cosas a las que ellos se consagran por igual (Hobbes, [ Leviathan ] 183). Veremos en los capítulos particulares dedicados a Hobbes y Hegel por qué tienen visiones diametralmente opuestas en el contexto de sus teo- rías del Estado. Lo que resulta necesario subrayar en el presente con- texto es que el establecimiento de la igualdad sustantiva, que surgió por primera vez con apremiante demanda de convertirse en realidad social durante la Revolución Francesa y fue violentamente derrotada en el período que la siguió, jamás puede ser sacado de nuestra propia agenda histórica. Porque la elaboración y efectiva operación repro- ductiva del orden metabólico social requerido –fundamentalmente diferente– resulta insustentable sin ella. Y en verdad, solo esa puede ser la característica definitoria clave del orden metabólico socialista diferente. De ella depende nuestro éxito o fracaso en garantizar una salida sustentable del ciclo histórico del capital que se cierra. 6. ¿A pesar de los innegables peligros en nuestro horizonte, es posible garantizar la salida del necesario cierre del ciclo histórico del siste- ma del capital? Este es una interrogante dolorosamente difícil pero ineludible. En la etapa presente de la historia, aun con el principio de la esperanza de nuestro lado tal pregunta vital solo puede recibir una respuesta condicional y tentativa. Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, Jean-Paul Sartre escribió una gran pieza teatral en un acto, traducida al castellano bajo el título A puerta cerrada , en el que reflejaba las angustiosas vicisi- tudes de los años de guerra destructiva. Quería transmitir en ella el
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