El Vuelo del Fénix

199 Itsván Mészáros el vecino Estados Unidos. La acción fue inspirada por la fatal y erra- da idea de que al hacerlo podría proteger a la propia Cuba, también tangiblemente amenazada por Estados Unidos después de la invasión de Bahía de Cochinos. La consecuencia de la acción de Krushchev, sin embargo, fue que el mundo entero estuvo en la cercana vecindad de una devastación nuclear hasta el retiro de los misiles balísticos de Cuba y su traslado de vuelta a la Unión Soviética. No hace falta de- cirlo, nadie puede excluir hoy la recurrencia, en alguna forma, de un potencial autoexterminio similar de la humanidad como resultado de una toma de decisión temeraria. Es obvio que nadie debería detentar ese poder. No obstante, el hecho es que algunos lo hacen. Y ese tipo de peligro está destinado a persistir todo el tiempo que sobreviva el Estado-Leviatán en cualquiera de sus formas concebibles. 5. Como hemos visto, hace ochenta años el presidente Franklin Delano Roosevelt le prometió al mundo “una civilización mejor que cualquie- ra que hayamos conocido” –en conjunción con un desarrollo económi- co proyectado libre de trabas en todas partes y el fin del imperialismo– porque “el destino parece haber estado poniendo el ojo en nosotros” 6 . En realidad, sin embargo, unos meses más tarde el presidente Roo- sevelt murió, poco después de su bien merecida tercera elección a la presidencia de Estados Unidos, su vicepresidente y sucesor automá- tico, Harry Truman, descargó sobre Hiroshima y Nagasaki las armas atómicas de destrucción masiva, y ocasionó la muerte instantánea de 130 mil personas, en su gran mayoría civiles. Al mismo tiempo, por el contrario de las esperanzadas expectativas recien pronosticadas, incontables millones de personas en el mundo entero estaban conde- nadas a permanecer atadas a su condición anterior de miseria total. También, el imperialismo continuaría en la misma vieja civilización, aunque bajo nuevas relaciones del poder internacional, con Estados Unidos como fuerza económica, política y militar dominante. Sin embargo, el reemplazo de una potencia imperialista por otra, redefiniendo así la relación de fuerzas internacional entre los antiguos países imperialistas, 7 no significa que se le haya podido dar la voz de alto al desarrollo histórico en su conjunto en términos trascendentales con respecto al metabolismo social de la reproducción en general, en 6 Véase el inicio de la Sección 1 del presente capítulo. 7 En este respecto ver el extraordinario libro de Paul Baran en el que acertadamen- te señaló que “La afirmación de la supremacía norteamericana en el mundo ‘libre’ implica la reducción de Inglaterra y Francia (por no hablar de Bélgica, Holanda y Portugal) al estatus de socios menores del imperialismo norteamericano.” (1957:vii)

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