El Vuelo del Fénix
191 Itsván Mészáros como tal también tiene que ser erradicado totalmente y reempla- zado por una modalidad cualitativamente diferente de auténtico control general autónomo de la toma de decisiones social por parte del pueblo a través de la reconstitución cualitativa del propio meta- bolismo social. El hecho histórico desconcertante es que, lo que puede ser de- rrocado, puede también ser restaurado. Ciertamente, el capitalismo privado y el estado capitalista han sido ambos derrocados y restau- rados. Restaurados por ejemplo en la antigua Unión Soviética, por Mikhail Gorbachov y sus asociados. Y estos no tuvieron que restaurar al propio sistema del capital porque ya lo habían hecho ellos mismos como las personificaciones del capital burocráticas poscapitalistas dominantes, cuyo papel fue reforzar la máxima extracción de plustra- bajo regulada políticamente, a diferencia de la extracción de plustra- bajo como plusvalor primordialmente económica bajo el capitalismo. Porque las transformaciones del capitalismo poscapitalistas histórica- mente limitadas –como las emprendidas a partir de octubre de 1917– son perfectamente compatibles con el dominio continuado del orden metabólico del sistema del capital, puesto que en el derrocamiento político del estado capitalista no se involucra ninguna restructuración socialista fundamental sin la erradicación de la propia estructura del estado afianzada jerárquicamente. Esta es una lección elemental para el futuro. De hecho la dife- rencia entre el sistema del capital y el capitalismo tiene importancia vital para nosotros, no en relación con el pasado sino en términos del presente y el futuro. Porque nuestro grave problema es el peligro que representa para la supervivencia de la humanidad no simplemen- te una u otra forma particular de formaciones de estado del capital de las conocidas hasta el presente, sino cualquiera de sus variedades concebibles también en el futuro, dado que todas están destinadas a surgir si el orden metabólico social del capital no es reestructurado de un modo socialista viable históricamente. Hay que subrayar también que la idea de un estado coercitivo global raya en la insania, indepen- dientemente de quien lo propugne. 3. Sin duda, las personificaciones del capital en cualquiera de sus colores tienen que resistirse a toda costa al necesario cierre del ciclo histórico de su sistema, en aras del interés en prolongar su dominio. Porque las determinaciones sociales globalmente perceptibles que apuntan en dirección a ese cierre histórico están abrumadora y estrechamente entrelazadas, de manera que los ajustes tradicionalmente impuestos por la fuerza y los correctivos del estado ya no funcionan.
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