El Vuelo del Fénix
EL VUELO DEL FÉNIX 190 3. Su escala temporal es extendida, continua –si se quiere perma- nente– y no limitada y cíclica, como resultaron ser todas las anteriores crisis del capital. 4. Su modo de desenvolvimiento es reptante –al contrario de las irrupciones y colapsos del pasado, más espectaculares y dra- máticas– con la salvedad de que en lo que atañe al futuro no es posible excluir incluso las más vehementes o violentas, por ejemplo, cuando a la compleja maquinaria, hoy comprometida activamente en la administración de la crisis y en el desplaza- miento más o menos temporal de las crecientes contradiccio- nes, se le agote el combustible 4 . Con respecto a estas características definitorias resulta particular- mente importante subrayar la diferencia fundamental entre el sis- tema del capital como un todo y la fase histórica limitada del ca- pitalismo integrado en el sistema del capital general. Porque, y es necesario insistir en ello hasta el cansancio, como forma de produc- ción la empresa privada capitalista, con sus personificaciones del capital (en palabras de Marx) como capitalistas individuales, puede ser derrocada, y lo ha sido, por ejemplo mediante la Revolución Rusa en 1917, pero no así el sistema del capital en su integridad. Este tiene que ser erradicado totalmente a través de un proceso re- estructurador fundamental y reemplazado por un orden metabólico socialista diferente. De igual manera, el estado capitalista puede ser derrocado, y lo ha sido, pero no así el estado como tal. El estado 4 Estos cuatro puntos fundamentales fueron citados de mi artículo, Mészáros, 1982. Allí agregué también las siguientes líneas para mayor clarificación: “(1) Una crisis estructural afecta la totalidad de un complejo social, en todas sus relaciones con sus partes y subcomplejos constituyentes, así como con todos los otros complejos a los que está vinculado. Por el contrario, una crisis no estruc- tural afecta tan solo algunas partes del complejo en cuestión, e independiente- mente de lo severa que pudiese resultar con respecto a las partes afectadas, no lograría poner en peligro la supervivencia continuada de la estructura general. (2) En consecuencia, el desplazamiento de las contradicciones solo es factible cuando la crisis es parcial, relativa, y el sistema la puede manejar internamente, sin necesidad de algo más que cambios –incluso importantes– dentro del sistema mismo relativamente autónomo. Del mismo modo, una crisis estructural pone en entredicho la existencia misma del complejo general afectado, planteando su superación y reemplazo por algún complejo alternativo. (3) El mismo contraste puede ser expresado en términos de los límites que cualquier complejo social particular resulta tener en sus inmediaciones, en cualquier momento dado, com- parado con aquellos que no es concebible que él pueda traspasar. Por lo tanto a una crisis estructural no le conciernen los límites inmediatos de una estructura global, sino los más alejados ”.
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