El Vuelo del Fénix

EL VUELO DEL FÉNIX 18 libros de El Capital dedicados a la circulación del capital (libro II) y a la producción-circulación en su conjunto (libro III). En verano de 1864 Marx comienza la redacción del libro III, que interrumpirá en diciembre de ese año, para entregarse a escribir de una sola vez el libro II de su investigación sobre el capital en general, redacción que le ocupa hasta mediados de 1865. El 31 de julio de ese año le escribe a Engels: En lo tocante a mi libro, voy a serte franco. Me faltan todavía por escribir tres capítulos para terminar de la parte teórica (los tres prime- ros libros). [Es decir, seguramente ya tenía para el momento escrito el libro II sobre el proceso de circulación y sólo le restaba terminar el III] Luego, me queda por redactar el libro cuarto, el de la historia de las doctrinas, que es para mí, relativamente, la parte más fácil de todas, puesto que todos los problemas han quedado resueltos en los tres pri- meros libros y este último no será, por tanto, más que un repetición en forma histórica (Marx, 1977:672). Las partes de los capítulos restantes las terminará de escribir Marx para diciembre de ese año 1865. Así, “en diciembre de 1865 –comenta Dussel– tiene Marx, por primera vez en su vida, los tres libros de su obra ante sus ojos, como un todo orgánico. Es la primera parte de cuatro (las restantes: la competencia, capital crediticio y accionario), de seis tratados (los restantes: la renta, el salario, el Estado, la relación entre los Estados, el Mercado mundial)” (1994:234). Es decir, el capi- tal en general, pasó de ser una sección (en 1859) a convertirse en cua- tro libros; con al tercera redacción , Marx alcanzaba por vez primera a escribir los tres primeros libros de su tratado sobre el capital. Aún así, Marx no publica nada de lo escrito, ¿por qué? En principio, podemos aducir el famoso texto de la misma carta anteriormente citada, donde le comenta a Engels: Cualesquiera que puedan ser sus defectos, la ventaja de mis obras con- siste en que forman un todo artístico, lo que sólo se consigue con mi método de no dejar jamás que vayan a la imprenta antes de que estén terminadas (Marx, 1977:672). Sin embargo, el problema de la “esteticidad” de su obra no iba des- ligado a lo que eran sus descubrimientos científicos y creaciones categoriales. En este sentido, al ser esta igualmente una etapa de descubrimientos, queda claro que para Marx el asunto investiga- do no estaba suficientemente trabajado o aclarado como para ver- ter en una exposición “estéticamente acabada”. En efecto, para el Marx maduro:

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