El Vuelo del Fénix

169 Claudio Katz de la acumulación semejantes a las estudiadas por el pensador germa- no, en su evaluación de situaciones de pauperización absoluta. El intelectual europeo quedó muy impactado por las terribles consecuencias del desempleo estructural. Ilustró con estremecedoras denuncias las condiciones inhumanas de supervivencia afrontadas por los empobrecidos. Esos retratos vuelven a cobrar actualidad en los escenarios de pérdida definitiva del empleo y consiguiente degra- dación social. Lo que Marx indagó en su descripción del “leprosario de la clase obrera”, reaparece hoy en el drama de los sectores agobia- dos por la tragedia de la subsistencia. El neoliberalismo ha extendido la pauperización a gran parte de los trabajadores informales o flexibilizados. Esos segmentos soportan no sólo situaciones de sujeción laboral extrema, taylorización o des- calificación, sino también remuneraciones del salario por debajo del valor de la fuerza de trabajo. En las últimas décadas ese tormento no impera sólo en la perife- ria. La precarización se ha extendido a todos los rincones del planeta y se verifica en los centros. El nivel de los salarios continúa difiriendo en forma significativa entre los distintos países, pero la explotación re- doblada se verifica en numerosas regiones. Es un padecimiento agudo en el centro y dramático en la periferia. Lo que Marx observaba en los desocupados de su época golpea también en la actualidad a gran parte de los precarizados de todas las latitudes. Desigualdad y acumulación Las ideas que expuso el autor de El Capital permiten interpretar la explosión de desigualdad que recientemente midió Piketty. Los datos son escalofriantes. Un puñado de 62 enriquecidos maneja el mismo monto de recursos que 3.600 millones de individuos. Mientras se des- ploma la seguridad social y se expande la pobreza, los acaudalados desfinancian los sistemas previsión, escondiendo sus fortunas en pa- raísos fiscales. La desigualdad no es el fenómeno pasajero que describen los teóricos ortodoxos. Los exponentes más realistas (o cínicos) de esa corriente explicitan la conveniencia de la inequidad para reforzar la sumisión de los asalariados. La fractura social actual es frecuentemente atribuida a la preemi- nencia de modelos económicos regresivos. Pero Marx demostró que la desigualdad es inherente al capitalismo. Bajo este sistema las dife- rencias de ingresos varían en cada etapa, difieren significativamente entre países y están condicionadas por las conquistas populares o la correlación de fuerza entre opresores y oprimidos. Pero en todos los casos el capitalismo tiende a recrear y ensanchar las brechas sociales.

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