El Vuelo del Fénix

159 Isabel Monal rio; o también la idea de que la transformación económica produciría de manera totalmente espontánea, sin ninguna acción específica del sujeto actuante, los cambios encaminados a transformar el rico y va- riado conjunto que Marx metafóricamente denominó superestructu- ra. La deformación por el economismo del principio general central de la concepción materialista de la historia condujo décadas atrás a Althusser y sus discípulos a concebir su oportuno enfrentamiento. La- mentablemente bajo el pretexto de escapar del economismo la tesis fundamental del materialismo histórico quedó alterada. Este tema resulta interesante tratarlo todavía hoy porque uno de los textos uti- lizados para dicha modificación fue precisamente un fragmento de la sustancial nota al pie del tomo I arriba mencionada, y cuyo contenido apunta asimismo hacia otra dimensión teórica importante –relacio- nada con la cuestión de la determinación en última instancia– e igual- mente con la dialéctica. El texto en cuestión no siempre ha disfrutado de una aceptable traducción en español; en particular el uso de la idea de hauptrolle , esto es, factores que “desempeñan (juegan) un papel principal” en determinadas circunstancias históricas. Traducciones al francés y el inglés son más atentas a esta precisión de Marx. El asunto, además, entrelaza asimismo con la cuestión de las contradicciones dialécticas de la sociedad. No es este trabajo el momento para entrar en la histo- ria de la evolución de la temática en Marx. Sólo baste recordar que ya en La ideología alemana aparece en Marx y Engels la idea de la con- tradicción fundamental ( grundwiderspruch ) aunque la terminología como tal no aparezca. En el famoso Prólogo de la Contribución la rela- ción entre fuerzas productivas y relaciones de producción queda más claramente establecida como contradicción fundamental. El Capital vuelve en repetidas ocasiones a las referencias sobre esta relación. Veamos el texto que nos interesa de la Nota: Aprovecho la oportunidad para responder brevemente a una obje- ción que, al aparecer mi obra ‘Zur Kritik der politischen Ökonomie’ (1859), me formuló un periódico germano-norteamericano. Mi enfo- que –sostuvo éste– según el cual el modo de producción dado y las relaciones de producción correspondientes al mismo, en suma, ‘la estructura económica de la sociedad es la base real sobre la que se alza una superestructura jurídica y política, y a la que corresponden determinadas formas sociales de conciencia’, ese enfoque para el cual ‘el modo de producción de la vida material condiciona en general el proceso de la vida social, política y espiritual’, sería indudablemente verdadero para el mundo actual, en el que imperan los intereses ma- teriales, pero no para la Edad Media, en la que prevalecía [ herrschte ] el catolicismo, ni para Atenas y Roma, donde era la política la que

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