El Vuelo del Fénix

157 Isabel Monal imbricación totalizadora. Llevó desde entonces de manera sistemática y persistente estos estudios que lo condujeron, primero, a la elabora- ción junto a Engels de la primigenia versión de la concepción mate- rialista de la historia, tal y como quedó inicialmente expuesta en las llamadas Tesis sobre Feuerbach y en La ideología alemana , de 1845-46. El propio Manifiesto resulta impensable sin esa visión y entendimien- to de la economía política vertebrada con la concepción materialista de la historia y como pieza de su soporte. Uno de los otros grandes textos fundamentalmente centrados en la economía política es, por supuesto, los Grundrisse, considerados, con razón, como el laborato- rio teórico de Marx y, en muchos sentidos, texto preparatorio de El Ca- pital. Todo ese largo devenir pondría también de manifiesto el método de rectificación y enriquecimiento de su propia teoría, la sistemática autocrítica que ambos amigos no dejaron nunca de ejercer; por eso, a veces resulta irónico las referencias o el reclamo a un marxismo crítico, cuando la crítica está incrustada en la esencia misma del mar- xismo y del quehacer marxiano. De aquellos primeros años de juventud e inicio de la madurez parece necesario subrayar, en este contexto, la tesis (que vengo soste- niendo) del nacimiento conjunto, interdependiente y unitario de las distintas partes o paneles de la concepción de Marx (“partes” aquí no están comprendidas en el sentido en que las empleó Lenin y que me parecen algo segmentados y lineales). Es decir, que no nació primero, –como confusamente pretendió el marxismo vulgar–, una cosmovi- sión (materialismo dialéctico) que después se aplicaría a la sociedad y la historia, lo que casi constituiría una especie de filosofía de la historia de dimensión universal, una pretensión que alguna vez el propio Marx rechazó en su famosa carta de 1877 a Mijailovski. En su encomiable esfuerzo por dejar atrás las distorsiones del marxismo vulgar –no equivalente a estalinismo, que es sólo una de sus vertien- tes aunque la más predominante por mucho tiempo–, en la década del sesenta se propuso la idea contraria del nacimiento primigenio del materialismo histórico, el cual posteriormente, por extensión, da- ría nacimiento a una cosmovisión en ella fundado. El estudio con- creto de los textos de los años de juventud e inicio de la madurez hacen pensar más bien en algo diverso y hasta opuesto de estas dos inexactas apreciaciones. Esto es, se trataría, por el contrario, de una interdependencia conceptual y epistemológica entre los diversos sa- beres y resultados a los que Marx iba llegando, de manera tal que los avances en unos aspectos repercuten en los otros, y viceversa; y, asimismo, las insuficiencias en unos impedían el avance en los otros. Así por ejemplo, Marx se mantuvo renuente a abrazar las ideas del socialismo y el comunismo a mediados de los cuarenta porque no los

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