El Vuelo del Fénix
EL VUELO DEL FÉNIX 154 dad conceptual y revolucionaria de ambas. Lenin se nos da, por su parte, como el seguidor y continuador creativo de la líneas que, en general, emanan de este libro de Marx, en especial de su teoría de la Revolución; la cual es parte central, el alma misma, de la concep- ción materialista de la historia fundada por él y Engels. Siendo tam- bién este año el octogésimo aniversario del fallecimiento de Gram- sci, acaso no sea una ocasión apropiada para recordar su juicio, en un momento determinado, de que la revolución de Lenin era una revolución contra El Capital . Pero quizás no debe dejar de decirse tampoco que aquella calificación del gran sardo no era, en rigor, una apreciación correcta. Gramsci entonces –como él mismo reconoce- ría con posterioridad– no había recorrido completamente su camino hacia el marxismo, y estaba todavía bajo otras influencias, y consi- deró, al parecer, como algo contrario a El Capital la Revolución de Octubre. De manera que, lo que constituía de hecho un desarrollo y un enriquecimiento innovador del marxismo y del contenido mismo de El Capital , era interpretado como un cierto menosprecio o men- gua del verdadero valor de este texto de Marx; es decir, de ese Capital que dotaba a la teoría de la revolución de Marx de una de sus bases sustentadoras esenciales. El Octubre Rojo fue, por el contrario, una aplicación creadora de El Capital y del marxismo en general. Esto es, el marxismo visto como una concepción permanentemente in- acabada (Monal, 1995), lo cual implica que debe ser constantemente desarrollado y enriquecido a través de nuevos conocimientos, expe- riencias, situaciones históricas cambiantes, y saberes múltiples. Y eso fue lo que hizo Lenin. Y fue asimismo lo que hicieron Fidel y el Ché décadas después en un mundo bien lejano y distinto tanto del de Marx como del de Lenin. El Capital , es de todos sabido, constituye la obra maestra de Karl Marx en una constelación de obras paradigmáticas donde sobresale como su culminación de madurez científica y revolucionaria, insepa- rables ambas dimensiones en su esencia y proyección. Se trata de un texto referencial de economía política, y, en gran medida, de la crítica de la economía política, en primer lugar por la falta de historicidad de esta, por no comprender la movilidad, la condición cambiante del capitalismo y, en consecuencia su carácter perecedero. Al indicar, en el título de este trabajo, “más allá de la economía política” no se está queriendo implicar que sería sin la economía política; en realidad, ni siquiera es cuestión de minimizar la pro- yección de esta obra precisamente en su dimensión de escrito de economía política. Tampoco es cuestión de someter el texto a una lectura filosófica . Y menos aún se pretende que se le comprenda o interprete desde el punto de vista filosófico. La dimensión filosófica
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