El Vuelo del Fénix

139 Juan José Bautista Segales el momento de su actividad, es tiempo de vida transcurrida que nunca más ha de recuperar el trabajador en toda su vida, por eso es in-cal- culable, es decir, no se lo puede calcular, que quiere decir, no se puede cuantificar, determinar, o sea cosificar en una cantidad equis llamada salario. Porque en última instancia, la vida del trabajador presupone no sólo su vida, sino la vida de la humanidad y la vida de la naturaleza, es decir, de que haya vida en el planeta entero. Dicho de otro modo, el trabajo vivo es impagable porque es in- finito, pero es a su vez, condición de posibilidad de las finitudes, de las mercancías, el dinero, la riqueza, las grandes construcciones, y en general de todo tipo de obras. Por ello es que la tematización del trabajo viv o es la condición primera de cualquier forma de reflexión teórica y de producción en general, no sólo porque presupone la vida del trabajador, sino porque la vida de éste, presupone la vida de la comunidad y la naturaleza como condición de posibilidad de la vida de la humanidad, al interior de la cual es posible la existencia el traba- jador, como trabajo vivo. Pero por otro lado, tampoco se puede pagar, o sea calcular la ri- queza que produce la naturaleza, la cual como riqueza no existe sino es a partir del trabajo vivo . El misterio de la riqueza que produce la modernidad se funda precisamente en este doble ocultamiento, por un lado, en hacer creer que el trabajo vivo es calculable o sea pagable, y por eso mismo, el salario mínimo podría ser justo, y por el otro lado, creer que la naturaleza concebida como objeto, también es posible de ser cuantificable. Por ello es fundamental el desarrollo del concepto de trabajo vivo desde el Marx de Dussel, para cuestionar y desfondar en regla las pretensiones morales de bondad o de justicia de la moderni- dad-posmodernidad, porque cuando no se tiene claridad al respecto, se estaría cayendo en cierta ingenuidad a la hora de intentar hacer una crítica en regla al discurso de la modernidad neoliberal. Posteriormente Dussel le va a llamar a la negación del trabajo vivo, como materialidad negada no sólo por el capitalismo, sino tam- el beneficiario es siempre deudor del trabajador, éste en última instancia nos hace un favor con su trabajo, porque nos da algo que no hemos hecho, y que por eso no tenemos. De ahí que por principio el “salario justo” no existe, su principio falaz es totalmente encubridor de este acto injusto, porque nunca pagará justamente lo que pretende pagar. Así, el gran capital después de no pagar lo que es impagable, roba además sistemáticamente el “plus”. En este hecho radica la posibilidad de acumu- lación permanente de riqueza por el gran capital y la permanente acumulación de miseria del pauper , de quien tiene sólo su fuerza de trabajo para poder vivir. Por ello, en última instancia el problema de la deuda externa, por principio es éticamente perverso, porque pretende querer cobrarle al pauper lo que sistemáticamente se le ha robado en décadas y siglos, primero por la violencia, y ahora de modo legal, justifi- cado por las leyes del mercado.

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