El Vuelo del Fénix
135 Juan José Bautista Segales quiera entender este fenómeno tan actual, no puede prescindir de Marx, a no ser que en última instancia esté de acuerdo con el capital y el proyecto moderno o posmoderno 12 . Pero insistimos, no es cualquier Marx, en específico ya no es el marxismo del siglo XX, sino este otro Marx redescubierto desde América Latina. Pues bien, veamos entonces un poco las grandes diferencias en- tre el marxismo del siglo XX y el Marx de Dussel. Uno de ellos, tal vez el más evidente sea el economicismo del marxismo occidental. Con honrosas excepciones, casi todos los marxistas del siglo XX han leído El Capital como si fuese un libro de economía. Es cierto que trata de economía y, de modo abundante, pero no se limita a lo económico. Cuando Marx habla de la economía no habla en los mismos términos en los cuales hoy se entiende a la economía como dimensión de la realidad. Por ello la insistencia tanto en Dussel como en Hinkelam- mert de distinguir entre economía y económica . La economía en el siglo XX es la ciencia que indaga la producción o incremento de la riqueza o ganancia. En la obra de Marx la economía o económica trata de la producción y reproducción de la vida de una comunidad, subido con todo tan lejos, que el interés por la emancipación de la sociedad ya no puede expresarse inmediatamente en términos económicos. La alienación ha perdido su forma económicamente evidente” (Habermas, 1989:216). Es cierto que en Europa central la pobreza prácticamente había sido superada, pero no en América Latina, mucho menos en el tercer mundo. Si Habermas hubiese sido un filósofo y pensador universal no se hubiese limitado solamente a pensar Europa o Alemania, sino que habría incluido en su tematización América Latina y el tercer mundo y entonces no habría abandonado a Marx. Pero como es sólo un pensador europeo - continental o sea local , por eso en su pensar no está incluido lo que no es primer mundo. De ahí que su filosofía sea sólo regional, particular y no universal. Además que Habermas no se daba cuenta por su eurocentrismo que la pobreza y explotación que había en Europa antes de la segunda guerra mundial, se la había pasado ahora a los países pobres del tercer mundo, después de esa guerra y que esa pobreza y explotación se ha intensificado sin interrupción hasta el día de hoy. Su última obra sigue pecando de esta ceguera, por eso mismo, porque ya no es crítica su obra, puede ser ampliamente difundida y discutida en las universidades de primer mundo, porque no cuestiona en absoluto el sistema de la dominación mundial que sigue desarrollando el capitalismo de este tiempo. Su Marx no nos sirve en absoluto para hacer y producir pensamiento crítico. Aunque su intencionalidad sea crítica, su concepto de crítica es pertinente a la modernidad, porque no la cuestiona. 12 Es interesante observar cómo muchos intelectuales de izquierda cuando escu- chan reclamos políticos de autonomía de los pueblos originarios, lanzan gritos des- esperados al cielo denunciando a estos movimientos como fundamentalismos indi- genistas, por supuestamente querer volver ingenuamente al pasado. Nadie quiere volver al pasado porque no se puede, lo que queremos es recuperar el pasado que la modernidad nos ha negado. Pareciera que estos intelectuales se han acomodado tan bien a la modernidad, que no quieren soltarla, ni perderla, por eso están en contra de nuestro pasado y por ello mismo, de nuestro futuro, el cual no es el mismo que la modernidad anuncia.
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