El Vuelo del Fénix
115 José Guadalupe Gandarilla Salgado de la lucha, no pueden ser inscriptas como a priori de las prácticas. Justo por darse a esos pormenores, y visto en retrospectiva, en co- yunturas anteriores al compromiso por finiquitar de lleno la confec- ción de El Capital , puede sospecharse que Marx haya desperdiciado un valioso tiempo o haya incurrido en cierta distracción, cuando su afán polémico lo condujo a destrozar a cuanto autor que se le revelaba como un promotor de encrucijadas fetichistas o de cauces fallidos para la lucha. Este mismo arrojo controversial es expresión del semblante pasional de nuestro personaje, que lo llevó, a lo lar- go de su existencia, a dar cauce a filiaciones sólidas y a rupturas definitivas, en el marco de un innegociable esquema de principios, no en cuanto anclajes doctrinales sino como argamasa de lo que se disputa históricamente. Marx emplaza el análisis dialéctico de la realidad en una especie de movimiento argumental en que la construcción de las categorías, y los momentos de maduración que ellas expresan, no son sino el acompañamiento de la pulsión existencial en la forja de la lucha. Y lo es desde la anunciación del comunismo (en el marco de las revolu- ciones europeas de 1848-1852), hasta el estallido acontecimiental de 1871 (puesto ante la necesidad de comprensión que se desata con la lucha y la derrota de los comuneros, en el París sublevado), y deriva en el estallido mismo del esquema de pensamiento, en su diálogo cruzado con sus lectores y traductores, cuando especialmente a la luz de la apropiación por parte del populismo ruso de las formulaciones marxistas, se haga necesario reconsiderar la densidad histórica del pasado o de la tradición (la comuna rural) y se reivindique su sitio y estatuto para la construcción histórica de lo posible y para la capta- ción utópica del descontento. En la obra de 1857-1858 de Marx, conocida como los Grundrisse , su autor comienza con el capítulo sobre el Dinero y no, como lo hará después en las distintas redacciones de El Capital , con la mercancía y ello da por resultado subrayar la contradicción entre el dinero-patrón que se erige en la entidad que controla el nuevo arreglo social, una to- talidad que se despliega hasta erigirse en totalidad plena al subsumir e integrar a su proceso metabólico al paulatinamente proletarizado trabajador (en el sentido de un trabajador libre que vive, en el marco de la contractualidad laboral vigente, de la venta de su mercancía fuerza de trabajo) que de ser parte de una totalidad que lo acoge y sustenta pasa a ocupar un lugar subalternizado en la totalidad emer- gente (el sistema del capital) y con ello a ver liquidado el modo y mun- do de vida en que se había desenvuelto hasta ese momento, la entidad comunitaria con sus muy diversificados modos de funcionamiento. Desde ahí se puede hacer una lectura de la contradicción entre capi-
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