El Vuelo del Fénix
EL VUELO DEL FÉNIX 110 El Capital y la política de des-fetichización Las formas de la civilidad moderna, de la suscripción del pacto (igualdad, libertad, fraternidad), irónicamente para Marx se truecan en desigualdad, esclavitud y Bentham (esto es, utilitarismo del in- terés privado). La proposición, entonces, de una política de la des- fetichización es la de ir haciendo visible lo que es invisible, esto es, que en cada uno de los momentos del capital; los de su apariencia inmediata (circulación), el concepto de capital aquí está presupuesto , su esencia (paso a la producción), el concepto de capital está aquí ya puesto , y el del mundo de las formas aparentes (Zavaleta) o formas transfiguradas (Echeverría) determinadas por el capital (el proceso de producción en su conjunto), el concepto de capital es justamente supuesto de la persistencia y predominancia de estas formas de ex- presión del capital. Entonces, en cada uno de esos espacios de iluminación, de es- clarecimiento de dichos procesos, Marx configura una propuesta o relato en que se lea el mundo de tal manera que se rehabilite a la persona por encima de la cosa, esto es, al trabajo vivo como el que le da vida, el que alimenta al ceder su vida, el automovimiento y la tendencia a crecer en desmesura del otro sujeto (pseudo sujeto, dice Bolívar Echeverría) que se ha vuelto dominante. El sujeto de esa inversión (“la cosa se personifica”), el capital como sujeto puesto en automovimiento , que en los tiempos actuales cobra la forma más entera de esa personificación en la “gran corporación”, en quien se depositan todos los derechos, y en sus grandes complejos organiza- cionales, que demandan un mundo construido a imagen y semejanza de sus intereses. Por eso es que se revela casi como una lucha no solo interminable, sino de correlaciones de fuerza muy desiguales, pues en el ejercicio de una política alejada y separada cotidianamente del control de la gente las fuerzas de la desigualación extrema (de esta modernidad capitalista in extremis ) ponen constantemente cada vez más elementos que obran como supuestos del capital para que éste sea imbatible (creando las condiciones para su producción y auto- producción) y se comparezca ciegamente ante una arena social en que la genuina persona es la defavorecida, y así lo será en cada una de las esferas de socialidad (política, económica, jurídica, cultural, etc.), así, por más terca y tenaz que sea su lucha se le revela ante sus ojos la imposibilidad por salir de él, por vulnerar en algo la jaula de hierro moderna/capitalista, y con ello sí pareciera estarse llegando a una condición que instala colectivamente la idea, nada etérea sino materialmente concurrente que apunta a una muerte del sujeto, don- de el capital crea y produce la forma de subjetividad más acorde a su funcionamiento: emplazamientos societales de individuos atomiza-
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