El Vuelo del Fénix
EL VUELO DEL FÉNIX 100 una suerte de configuración fantasmal que pudiera oponerse a ese vendaval incontenible que ya estaba significando el neoliberalismo (signo de los tiempos que, no por casualidad, Franz Hinkelammert resumía en el título de uno de sus libros compilados, y en el título mismo de su colaboración para ese libro, lo que interesa analizar es: “El huracán de la globalización”, Hinkelammert 1999). Hoy Marx parece retornar de nueva cuenta, si Derrida lo trajo bajo el aparente triunfo del neoliberalismo hoy lo revisitamos (Concheiro y Gandari- lla, 2016) en el marco de sucesos reiterados de crisis de un capitalis- mo que, sin embargo, parece lejos de su autoaniquilación, menos de su hundimiento, pero conduce a la humanidad, en pasos firmes, a las puertas de su destrucción. Esa nueva empresa colonizadora del mundo, como debiera ser nombrada la “razón neoliberal”, se encontraba, de inicio a mediados de los años noventa del siglo pasado, hay que decirlo, en una especie de fase intermedia, no se instrumentaba ese programa del gran poder corporativo, como en su inicio, manu military de por medio, como fue en el once de septiembre chileno de 1973, ni mostraba, como lo hace ahora, en su configuración actual, madura, una faz ya abiertamente suelta al mandato de sus peores demonios (racistas, fascistas, mili- taristas, negacionistas, etc.), como lo ha hecho desde el otro once de septiembre, el neoyorquino. En resumen, luego de los descalabros de la crisis global a que el capitalismo se precipitó desde fines de 2007, se ha desatado una situación algo más favorable para el retorno del clásico. El más consagrado de sus críticos vuelve a interpelarnos en momentos en que la humanidad se hunde en la zozobra y los signos de los tiempos remiten a ciclos de barbarie ya vividos en el pasado, pero que hoy parecen profundizar sus desatinos. Más aún, ante la severidad de nuestras circunstancias, ante el ri- gor de una crisis a tal punto peculiar que precipita el que se haya vuelto a hablar de capitalismo (Fraser, 2014), cuya lógica exacerbada lo ubica en puntos de desigualdad y polarización de ingresos como para ser caracterizado como un modelo para el 1% de la población (sus beneficiarios) y con niveles de desequilibrio sobre el medio am- biente global que justifican hablar de un ecocidio inminente, de una crisis del capitaloceno, e incluso del cierre del antropoceno. Con tales alcances, repetimos, y colocados en la prospectiva de problemas de tan difícil solución, no es de extrañar que también se haya actuali- zado la pertinencia de la crítica, la necesidad de contar con una re- flexión que cuestione en profundidad los puntales que sostienen el orden social vigente. Parece que experimentamos, una vez más, esa especie de “eterno retorno” a que nos viene acostumbrando la subida a superficie del necio perforar en suelo duro del “viejo topo”. Será por
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