1917

68 traduzco libremente del francés) de supervisión del gobierno provi- sional por obreros y soldados. ¡Eso sí que está bien! ¡Eso sí que es digno de los obreros, que han derramado su sangre por la libertad, la paz y pan para el pueblo! ¡Es un paso real hacia garantías reales contra el zarismo, contra la monarquía y contra los monárquicos Guchkov, Lvov y Compañía! ¡Es indicio de que el proletariado ruso, a pesar de todo, ha ido más allá que el proletariado francés en 1848, cuando «dio plenos poderes» a Louis Blanc! Es prueba de que el instinto y la razón de las masas proletarias no se dan por satisfechos con de- clamaciones, exclamaciones, promesas de reformas y de libertades, con el título de «ministro facultado por los obreros» y oropeles si- milares, sino que buscan un apoyo solo allí donde deben hallarlo, en las masas populares armadas , organizadas y dirigidas por el pro- letariado, los obreros con conciencia de clase. Este es un paso por el buen camino, pero solo el primer paso. Si este «Comité supervisor» se limita a ser una institución parlamentaria de tipo puramente político, un comité que «formu- lará preguntas» al Gobierno provisional y recibirá respuestas de él, entonces no será más que un juguete, no será nada. Por el contrario, si se orienta inmediatamente y a pesar de todos los obstáculos, a organizar una milicia obrera o una guardia obrera interna, en la que participe efectivamente todo el pueblo, todos los hombres y las mujeres, que no solo remplace la policía exterminada y dispersada, que no solo haga imposible el restable- cimiento de esta por ningún gobierno, monárquico constitucional o republicano democrático, tanto en Petrogrado como en cualquier otro lugar de Rusia, entonces los obreros avanzados de Rusia ha- brán emprendido realmente el camino hacia nuevas y grandes victorias, el camino hacia la victoria sobre la guerra, hacia la realiza- ción de la consigna que, como informan los periódicos, engalanaba las banderas de las tropas de caballería que desfilaron en Petro- grado, en la plaza frente a la Duma del Estado: «¡Vivan las repúblicas socialistas de todos los países!». En la carta próxima expondré mis ideas sobre esta milicia obrera.

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