1917
60 Los obreros quieren una república, y una república es un go- bierno más «de orden» que la monarquía. ¿Qué garantía tiene el pueblo de que el segundo Románov no se procurará un segundo Rasputín? El desastre lo provocará precisamente la continuación de la guerra, es decir, el nuevo gobierno precisamente. Solo una repú- blica proletaria, respaldada por los obreros agrícolas y el sector más pobre de los campesinos y de los habitantes de la ciudad, puede asegurar la paz, brindar pan, orden y libertad. Todos los gritos sobre la anarquía no son más que una pan- talla para ocultar los mezquinos intereses de los capitalistas, que desean beneficiarse con la guerra, con los empréstitos de guerra, que desean restaurar la monarquía contra el pueblo. … Ayer —continúa el corresponsal— el Partido Socialdemócrata lanzó una proclama de un carácter en extremo sedicioso, que se difundió por toda la ciudad. Ellos (es decir el Partido Socialde- mócrata) son simples doctrinarios, pero en los tiempos que corren pueden causar un daño inmenso. Los señores Kerenski y Chjeídze, quienes comprenden que no pueden esperar evitar la anarquía sin el apoyo de los oficiales y los elementos más moderados del pueblo, deben tener en cuenta a sus socios menos prudentes, e insensiblemente son llevados a asumir una actitud que complica la tarea del Comité provisional… ¡Oh, gran diplomático inglés guchkovista! ¡Cuán «impru- dentemente» ha dejado escapar usted la verdad! «El Partido Socialdemócrata» y sus «socios menos prudentes», a quienes Kerenski y Chjeídze «deben tener en cuenta» son, eviden- temente, el Comité Central, o el Comité de Petrogrado de nuestro partido, que fue renovado en la Conferencia de enero de 1912, esos mismos «bolcheviques» a quienes la burguesía lanza siempre el tér- mino injurioso de «doctrinarios», debido a su fidelidad a la «doc- trina», es decir, a los fundamentos, los principios, las enseñanzas, los objetivos del socialismo . Está claro que el guchkovista inglés aplica
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