1917

47 ocho días de la revolución de febrero-marzo de 1917. Esta revolución de ocho días fue, si puede permitirse una metáfora, «representada» después de una docena de ensayos parciales y generales; los «actores» se conocían, sabían sus papeles, conocían sus puestos y el decorado en todos sus detalles, a fondo, hasta los matices más o menos impor- tantes de las tendencias políticas y de las formas de acción. Pues la primera gran revolución de 1905, denunciada como «una gran rebelión» por los Guchkov, Miliukov y sus acólitos, condujo doce años después a la «brillante» y «gloriosa» revolución de 1917, que los Guchkov y los Miliukov calificaron de «gloriosa» porque los colocó ( por el momento ) en el poder. Pero esto necesitó un gran director de escena, vigoroso, omnipotente, capaz, por una parte, de acelerar extraordinariamente la marcha de la historia uni- versal y, por otra, de engendrar una crisis mundial económica, polí- tica, nacional e internacional de una intensidad sin paralelo. Aparte de una aceleración extraordinaria de la historia universal, se necesi- taba también que la historia hiciera virajes particularmente bruscos, para que la enlodada y sangrienta carreta de la monarquía de los Románov pudiera ser volcada de un golpe . Este director de escena omnipotente, este acelerador vigo- roso fue la guerra mundial imperialista. Hoy ya no cabe duda de que la guerra es mundial, pues Es- tados Unidos y China están ya semicomprometidos hoy en ella, y mañana lo estarán totalmente. Tampoco cabe duda de que la guerra es imperialista por ambas partes. Solo los capitalistas y sus acólitos, los socialpatriotas y los socialchovinistas o, si en lugar de definiciones críticas gene- rales, empleamos nombres de políticos bien conocidos en Rusia, solo los Guchkov y los Lvov, los Miliukov y los Shingariov, por una parte, y los Gvózdiev, los Potrésov, los Chjenkeli, los Kerenski y los Chjeídze, por la otra, pueden negar o callar este hecho. Tanto la burguesía alemana como la anglo-francesa hacen la guerra para sa- quear a otros países y estrangular a naciones pequeñas, para lograr supremacía financiera mundial y proceder al reparto y redistribu- ción de las colonias, y para salvar al agonizante régimen capitalista engañando y dividiendo a los obreros de los distintos países.

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