1917

41 vado de dirigentes del movimiento revolucionario (considerando el total de la población hebrea). Hoy, por cierto, los hebreos tienen también el mérito de aportar un porcentaje relativamente elevado, en comparación con otros pueblos, de componentes de la corriente internacionalista. De otro lado, el zarismo supo aprovechar muy bien los abominables prejuicios de las capas más ignorantes de la población contra los hebreos. Así se produjeron los pogromos, apo- yados en la mayoría de los casos por la policía, cuando no dirigidos por ella de manera inmediata, esos apaleamientos de hebreos pa- cíficos, de sus esposas y sus hijos —en cien ciudades se registraron durante ese período más de 4.000 muertos y más de 10.000 muti- lados—, que han provocado la repulsa de todo el mundo civilizado. Me refiero, naturalmente, a la repulsa de los verdaderos elementos democráticos del mundo civilizado, que son exclusivamente los obreros socialistas, los proletarios. La burguesía, incluso la burguesía de los países más libres, in- cluso de las repúblicas de Europa Occidental, sabe combinar mag- níficamente sus frases hipócritas acerca de las «ferocidades rusas» con los negocios más desvergonzados, especialmente con el apoyo financiero al zarismo y con la explotación imperialista de Rusia me- diante la exportación de capitales, etc. La revolución de 1905 alcanzó su punto culminante con la insurrección de diciembre en Moscú. Un pequeño número de in- surrectos, obreros organizados y armados —no serían más de ocho mil —, ofrecieron resistencia durante nueve días al gobierno zarista, que no solo llegó a perder la confianza en la guarnición de Moscú, sino que se vio obligado a mantenerla rigurosamente acuartelada; únicamente la llegada del regimiento de Semiónovski de Peters- burgo permitió al gobierno aplastar la insurrección. La burguesía es aficionada a escarnecer y motejar de artifi- ciosa a la insurrección de Moscú. Por ejemplo, el señor profesor Max Weber, en una sedicente publicación «científica» alemana como es su voluminosa obra sobre el desarrollo político de Rusia, la tildó de putsch . «El grupo leninista —escribe este «archierudito» señor profesor— y una parte de los socialistas-revolucionarios hacía ya tiempo que venían preparando esta descabellada insurrección».

RkJQdWJsaXNoZXIy MTA3MTQ=