1917
40 expresarse en su lengua materna y son rusificadas a la fuerza. Los musulmanes, por ejemplo, que en Rusia son decenas de millones, organizaron entonces, con una rapidez asombrosa —se vivía en ge- neral una época de crecimiento gigantesco de las diferentes organi- zaciones—, una liga musulmana. Para dar a los aquí reunidos, y en particular a los jóvenes, una muestra de la manera cómo, bajo la influencia del movimiento obrero, crecía el movimiento de liberación nacional en la Rusia de aquel entonces, citaré un pequeño ejemplo. En diciembre de 1905 los muchachos polacos quemaron en centenares de escuelas todos los libros y cuadros rusos y los retratos del zar, apalearon y expulsaron de las escuelas a los maestros y a sus condis- cípulos rusos al grito de «¡Fuera de aquí, a Rusia!». Los alumnos de los centros de segunda enseñanza presentaron, entre otras, las siguientes reivindicaciones: 1) Todas las escuelas de enseñanza secundaria deben pasar a depender del Soviet de Diputados Obreros; 2) celebración de reuniones con- juntas de estudiantes y obreros en los edificios escolares; 3) autori- zación para llevar en los liceos blusas rojas en señal de adhesión a la futura república proletaria, etc. Cuanto más ascendía la oleada del movimiento, tanto mayor era la energía y el ánimo con que se armaban las fuerzas reacciona- rias para luchar contra la revolución. La revolución rusa de 1905 justificó las palabras escritas por Kautsky en 1902 (cuando, por cierto, todavía era marxista revolucionario, y no como ahora, de- fensor de los socialpatriotas y oportunistas) en su libro La revolución social . He aquí lo que decía Kautsky: … La futura revolución … se parecerá menos a una insurrección por sorpresa contra el gobierno que a una guerra civil prolongada. ¡Así sucedió! ¡Indudablemente, así sucederá también en la futura revolución europea! El zarismo descargó su odio sobre todo contra los hebreos. De una parte, éstos aportaban un porcentaje especialmente ele-
RkJQdWJsaXNoZXIy MTA3MTQ=