1917

37 de repetirse ineluctablemente en gran escala en un período de gran crisis. ¿Y qué es, por ejemplo, cualquier huelga, sino una pequeña crisis de la sociedad capitalista? ¿No tenía acaso razón el ministro prusiano del Interior, señor von Puttkamer, al pronunciar aquella conocida sentencia de que «en cada huelga se oculta la hidra de la revolución»? ¿Es que la utilización de los soldados durante las huelgas, incluso en los países capitalistas más pacíficos, más «demo- cráticos» —con perdón sea dicho—, no nos indica cómo van a ser las cosas cuando se produzcan crisis verdaderamente grandes ? Pero volvamos a la historia de la revolución rusa. He tratado de mostrarles cómo las huelgas obreras sacu- dieron el país entero y a las capas explotadas más amplias y más atrasadas, cómo se inició el movimiento campesino y cómo fue acompañado de insurrecciones militares. El movimiento alcanzó su apogeo en el otoño de 1905. El 6 (19) de agosto apareció el manifiesto del zar instituyendo una asam- blea representativa. ¡La llamada Duma de Bulyguin debía ser fruto de una ley que concedía derecho electoral a un número irrisorio de personas y no reservaba a este original «parlamento» atribución le- gislativa alguna, reconociéndole únicamente funciones consultivas ! La burguesía, los liberales, los oportunistas estaban dispuestos a aferrarse con ambas manos a esta «dádiva» del asustado zar. Nuestros reformistas de 1905 eran incapaces de comprender —al igual que todos los reformistas— que hay situaciones históricas en las cuales las reformas, y en particular las promesas de reformas, persiguen exclusi- vamente un fin: contener la efervescencia del pueblo, obligar a la clase revolucionaria a terminar o por lo menos a debilitar la lucha. La socialdemocracia revolucionaria de Rusia comprendió muy bien el verdadero carácter de esta concesión, de esta dádiva de una Constitución fantasma hecha en agosto de 1905. Por eso, sin perder un instante, lanzó las consignas de ¡Abajo la Duma consultiva! ¡Boicot a la Duma! ¡Abajo el gobierno zarista! ¡Continuación de la lucha revolucionaria para derrocar al gobierno! ¡No es el zar, sino un gobierno provisional revolucionario quien debe convocar la primera institución representativa auténticamente popular de Rusia!

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