1917
30 Cuanto más grandes eran las fábricas, más porfiadas eran las huelgas, mayor era la frecuencia con que se repetían en un mismo año. Cuanto más grande era la ciudad, más importante era el papel del proletariado en la lucha. Las tres grandes ciudades donde reside la población obrera más numerosa y más consciente —Petrogrado, Riga y Varsovia—, dan, con relación al número total de obreros, un porcentaje de huelguistas incomparablemente mayor que el de todas las demás ciudades, sin hablar ya del campo 3 . Los metalúrgicos son en Rusia —probablemente lo mismo que en otros países capitalistas— el destacamento de vanguardia del proletariado. Y a este respecto observamos el siguiente hecho instructivo: por cada 100 obreros fabriles hubo en 1905 en Rusia 160 huelguistas; mientras que por cada 100 metalúrgicos corres- pondían ese mismo año ¡320 huelguistas! Se ha calculado que cada obrero fabril ruso perdió en 1905, a consecuencia de las huelgas, un promedio de 10 rublos —unos 26 francos según la cotización de anteguerra—, dinero que, por así decirlo, entregó para la lucha. Pero si tomamos solo a los metalúrgicos, obtendremos una can- tidad ¡ tres veces mayor ! Delante iban los mejores elementos de la clase obrera, arrastrando tras de sí a los vacilantes, despertando a los dormidos y animando a los débiles. Extraordinario por su peculiaridad fue el entrelazamiento de las huelgas económicas y políticas en el período de la revolución. Está fuera de toda duda que solo la ligazón más estrecha entre estas dos formas de huelga fue lo que aseguró la gran fuerza del movimiento. Si las amplias masas de los explotados no hubieran visto ante sí ejem- plos diarios de cómo los obreros asalariados de las diferentes ramas de la industria obligaban a los capitalistas a mejorar de un modo di- recto e inmediato su situación, no habría sido posible en modo al- guno atraerlas al movimiento revolucionario. Gracias a esta lucha, un nuevo espíritu agitó al pueblo ruso en su conjunto. Y solo entonces fue cuando la Rusia feudal, sumida en un sueño letárgico, la Rusia patriarcal, piadosa y sumisa, se despidió del viejo Adán bíblico; solo entonces tuvo el pueblo ruso una educación verdaderamente democrática, verdaderamente revolucionaria. 3 Este párrafo fue tachado en el manuscrito (Nota de la edición rusa).
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