1917
28 revolucionarios y, en primer término, la socialdemocracia revolu- cionaria. Esta circunstancia autorizaba formalmente a los obtusos y altivos reformistas a afirmar que en Rusia no había aún un pueblo revolucionario. No obstante, el panorama cambió por completo en el curso de unos meses. Los centenares de socialdemócratas revolucionarios se convirtieron «de pronto» en millares, los millares se convirtieron en jefes de dos o tres millones de proletarios. La lucha proletaria suscitó una gran efervescencia, que en parte fue movimiento revo- lucionario, en el seno de una masa campesina de cincuenta a cien millones de personas; el movimiento campesino repercutió en el ejército y provocó insurrecciones de soldados, choques armados de una parte del ejército con otra. Así pues, un país enorme, de 130 millones de habitantes, se lanzó a la revolución; así pues, la Rusia aletargada se convirtió en la Rusia del proletariado revolucionario y del pueblo revolucionario. Es necesario estudiar esta transición, comprender cómo se hizo posible, cuáles fueron, por así decirlo, sus métodos y caminos. El medio principal de esta transición fue la huelga de masas . La peculiaridad de la revolución rusa estriba precisamente en que, por su contenido social, fue una revolución democrática burguesa , mientras que, por sus medios de lucha, fue una revolución prole- taria. Fue democrática burguesa, puesto que el objetivo inmediato que se proponía, y que podía alcanzar directamente con sus propias fuerzas, era la república democrática, la jornada de ocho horas y la confiscación de los inmensos latifundios de la nobleza: medidas todas ellas que la revolución burguesa de Francia llevó casi plena- mente a cabo en 1792 y 1793. La revolución rusa fue a la vez revolución proletaria, no solo por ser el proletariado su fuerza dirigente, la vanguardia del movi- miento, sino también porque el medio específicamente proletario de lucha, la huelga, fue el medio principal para poner en movi- miento a las masas y el fenómeno más característico del desarrollo, en oleadas sucesivas, de los acontecimientos decisivos. La revolución rusa es la primera gran revolución de la his- toria mundial —y, sin duda, no será la última— en que la huelga
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