1917
22 en armamentos, etc., es posible, a la par del movimiento revolu- cionario, como «uno de los aspectos del desarrollo» de ese movi- miento; y así sucesivamente. Eso sería una falsificación del marxismo. Las reformas, por supuesto, no excluyen la revolución. Pero no se trata de esto ahora, sino de que los revolucionarios no deben excluirse ellos mismos ante los reformistas, es decir, que los socialistas no deben reemplazar su labor revolucionaria por una labor reformista. Europa atraviesa una situación revolucionaria. La guerra y la carestía agravan la situación. La transición de la guerra a la paz no suprimirá necesariamente la situación revolucionaria porque no hay ninguna base para creer que los millones de obreros, que tienen ahora en sus manos armas ex- celentes, permitirán sin falta ser «pacíficamente desarmados» por la burguesía en lugar de seguir el consejo de Liebknecht, o sea, volver las armas contra su propia burguesía. El problema no es como lo plantean los pacifistas, los kauts- kianos: o bien una campaña política reformista o el rechazo de reformas. Ese es un planteamiento burgués del problema. El pro- blema es: o bien lucha revolucionaria, cuya consecuencia, en caso de no alcanzar un éxito total, son las reformas (esto ha sido demos- trado por la historia de las revoluciones en todo el mundo), o nada más que discursos sobre reformas y promesas de reformas. El reformismo de Kautsky, Turati y Bourderon, que se pre- senta ahora en forma de pacifismo, no solo deja de lado el problema de la revolución (lo que es de por sí una traición al socialismo), no solo renuncia en la práctica a toda labor revolucionaria sistemática y persistente, sino que llega a declarar incluso que las manifestaciones en las calles son acciones aventureras (Kautsky en Die Neue Zeit , 26 de noviembre de 1915). Llega hasta el punto de defender y realizar la unidad con los adversarios francos y decididos de la lucha revolucio- naria, los Südekum, los Legien, los Renaudel, los Thomas, etc. Ese reformismo es absolutamente incompatible con el mar- xismo revolucionario, cuya obligación es aprovechar, lo más posible, la presente situación revolucionaria en Europa para preconizar abier- tamente la revolución, el derrocamiento de los gobiernos burgueses, la conquista del poder por el proletariado armado, sin renunciar ni
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