1917
20 del pacifismo «socialista» italiano; la declaración de los socialchovi- nistas alemanes y la votación de los franceses han demostrado que tanto unos como otros aprecian en su justo valor la utilidad del encubrimiento pacifista de su política. Por otra, el Manifiesto de la Comisión Socialista Interna- cional califica de sainete e hipocresía el pacifismo de todos los go- biernos beligerantes y neutrales. Asimismo, Jouhaux se une a Merrheim; Bourderon, Longuet y Raffin-Dugens se unen a Renaudel, Sembat y Thomas, mientras que los socialchovinistas alemanes Südekum, David y Scheidemann anuncian el próximo «restablecimiento de la unidad socialdemócrata» con Kautsky y con el Grupo Socialdemócrata del Trabajo. Por otra parte, la Comisión Socialista Internacional llama a las «minorías socialistas» a luchar enérgicamente contra «sus propios gobiernos» y contra «sus mercenarios socialpatriotas» ( Söldlinge ). Una de dos: ¿Desenmascarar la futilidad, la estupidez y la hipocresía del pacifismo burgués, o «parafrasearlo» transformándolo en pacifismo «socialista»? ¿Luchar contra los Jouhaux, los Renaudel, los Legien y los David por ser «mercenarios» de los gobiernos, o unirse a ellos en vacías declamaciones pacifistas según modelo francés o alemán? Esta es ahora la línea divisoria entre la derecha de Zim- merwald, que siempre se opuso enérgicamente a una ruptura con los socialchovinistas, y la izquierda, que en la Conferencia de Zim- merwald tuvo la previsión de separarse públicamente de la derecha y de presentar, en la conferencia, y más tarde, en la prensa, su propia plataforma. No es casual, sino inevitable, que la proximidad de la paz, o al menos la intensa discusión del problema de la paz por algunos elementos burgueses, llevara a una divergencia manifiesta entre ambas líneas políticas. Para los pacifistas burgueses y sus imitadores o remedadores «socialistas», la paz siempre ha sido y es un concepto fundamentalmente distinto, pues ni los unos ni los otros nunca com- prendieron que «la guerra es la continuación de la política de paz, y la paz, la continuación de la política de guerra». Ni los burgueses, ni los socialchovinistas quieren ver que la guerra imperialista de 1914-
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