1917
370 en todas partes y con carácter general, universal, por los Soviets de Diputados Obreros, Soldados y Campesinos, como supremo poder del Estado, o se establecen de acuerdo con las indicaciones y por mandato de ese poder, constituyen la esencia de la transformación socialista, desde el momento en que se ha conseguido y asegurado el dominio político del proletariado. La contabilidad y el control necesarios a la transición al socia- lismo solo pueden ser obra de las masas. La colaboración voluntaria y concienzuda de las masas obreras y campesinas, prestada con entu- siasmo revolucionario en la contabilidad y en el control sobre los ricos, los vividores, los parásitos y los hampones , es lo único que puede vencer esas supervivencias de la maldita sociedad capitalista, esos detritus humanos, esos miembros irremisiblemente descompuestos y po- dridos de la sociedad, ese contagio, esa peste, esa llaga que el capita- lismo ha dejado en herencia al socialismo. ¡Obreros y campesinos, trabajadores y explotados! ¡La tierra, los bancos y las fábricas son propiedad de todo el pueblo! Empiecen a llevar ustedes mismos la contabilidad y el control de la produc- ción y distribución de los productos; ¡ese es el único camino hacia la victoria del socialismo, la garantía de su victoria, la garantía de la victoria sobre toda explotación, sobre toda miseria y necesidad! Porque en Rusia bastará trigo, hierro, madera, lana, algodón y lino suficientes para todos, con tal de que se distribuyan bien el trabajo y los productos, con tal de que se establezca un control de todo el pueblo, un control eficaz y práctico de esta distribución; con tal de que se venza, no solo en la política, sino también en la vida econó- mica de todos los días, a los enemigos del pueblo: a los ricos y a sus paniaguados y luego a los pillos, parásitos y maleantes. ¡No haya piedad para esos enemigos del pueblo, para los enemigos del socialismo, para los enemigos de los trabajadores! ¡Guerra a muerte a los ricos y a sus paniaguados, a los intelectuales burgueses; guerra a los pillos, a los parásitos y a los maleantes! Unos y otros, los primeros y los últimos, son hermanos carnales, son en- gendros del capitalismo, niños mimados de la sociedad señorial y burguesa, de esa sociedad en la que un puñado de hombres expo- liaba al pueblo y se mofaba de él; de esa sociedad en la cual la miseria
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