1917
367 humanidad— no puede realizarse, naturalmente, sin rozamientos, sin dificultades, sin conflictos, sin el empleo de la violencia contra los parásitos inveterados y sus lacayos. En cuanto a esto, no se hace ilusiones ningún obrero; templados en largos años de trabajos forzados para los explotadores, de infinitas vejaciones y ultrajes por parte de los explotadores, templados por la negra miseria, los obreros y los campesinos pobres saben que se necesita tiempo para romper la resistencia de los explotadores. Los obreros y los campesinos no se hacen en modo alguno las ilusiones sentimentales de los señores intelectualillos, de todo ese fango de los de Nóvaya Zhizn y demás, que han enronquecido «clamando» contra los capitalistas, que han «gesticulado» y «tronado» contra ellos, para luego echarse a llorar y portarse como perros apaleados, cuando llega la hora de la acción , de pasar de las amenazas a los actos, de realizar prácticamente el derrocamiento de los capitalistas. La gran sustitución del trabajo esclavizado por el trabajo para sí mísmo, organizado en un plan de conjunto, en una escala inmensa, en escala nacional (y, en cierta medida, en escala internacional, mun- dial), exige también —además de las medidas « militares» de repre- sión contra la resistencia de los explotadores— inmensos esfuerzos de organización y una enorme iniciativa organizadora por parte del proletariado y de los campesinos pobres. La tarea organizadora forma un todo indisoluble con la de la implacable represión militar contra los esclavistas (capitalistas) de ayer y su lacayuna jauría, esos señores intelectuales burgueses. Nosotros siempre hemos sido los or- ganizadores y los jefes, nosotros siempre hemos mandado —dicen y piensan los esclavistas de ayer y sus agentes de entre los intelec- tuales—; queremos continuar siendo lo que éramos, no vamos ahora a ponernos a obedecer a la «plebe», a los obreros y campesinos: no nos someteremos a ellos; haremos de nuestros conocimientos armas para defender los privilegios del saco de oro y el dominio del capital sobre el pueblo. Así hablan, piensan y actúan los burgueses y los intelectuales burgueses. Desde el punto de vista de su interés egoísta , se com- prende su actitud: los gorrones y paniaguados de los terratenientes feudales, los popes, los chupatintas, los funcionarios descritos por
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