1917

355 Queremos comenzar la revisión de las cajas de caudales, pero se nos dice en nombre de los sabios especialistas que en ellas no hay más que documentos y valores. ¿Qué habrá de malo, entonces, en que las controlen los representantes del pueblo? Si es así, ¿por qué se esconden esos sabios especialistas criti- cones? Ante todas las decisiones del Soviet nos declaran que están de acuerdo, pero solo en principio. Es el sistema de los intelectuales burgueses, de todos los conciliadores, que con su constante acuerdo en principio y su desacuerdo en la práctica lo echan todo a perder . Si son tan expertos e instruidos en todos los asuntos, ¿por qué no nos ayudan, por qué en nuestro difícil camino solo encon- tramos sabotaje de su parte? Arrancan de una acertada teoría científica, pero nosotros con- sideramos que la teoría es la fundamentación de las acciones empren- didas para estar seguros de ellas, y no para sentir un miedo mortal. Naturalmente, las iniciativas son difíciles, y con frecuencia nos acercamos a cosas frágiles; sin embargo, hemos sabido, sabemos y sabremos salir airosos en esos asuntos. Si los libros sirvieran únicamente como freno y temor eterno a todo paso nuevo, carecerían de valor. Nadie, a excepción de los socialistas utopistas, ha afirmado que se pueda vencer sin resistencia, sin dictadura del proletariado y sin dejar caer la mano de hierro sobre el viejo mundo. Ustedes han aceptado también en principio esta dictadura, pero cuando se traduce al ruso esa palabra y se la denomina «mano de hierro», aplicándola en la práctica, advierten que el asunto es frágil y embrollado. Se niegan obstinadamente a ver que esa mano de hierro, al destruir, construye. Nuestra ventaja indiscutible consiste en que pasamos del principio a los hechos. Para llevar a la práctica el control, llamamos a los banqueros y convenimos con ellos unas medidas, que aceptaron, a fin de, con- servando el pleno control y la rendición de cuentas, recibir créditos. Pero entre los empleados de banca surgieron hombres que sienten como suyos los intereses del pueblo y nos dijeron: «Les engañan, apresúrense a cortar su actividad criminal, orientada directamente a perjudicarlos». Y nos apresuramos.

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