1917

326 posiciones de armisticio de menor duración; las discutiremos y las tendremos que aceptar, aunque se nos proponga un armisticio de un mes o mes y medio. Nuestra proposición de armisticio no debe revestir tampoco carácter de ultimátum, pues no queremos dar a nuestros enemigos la posibilidad de ocultar toda la verdad a los pueblos, escudándose en nuestra intransigencia. No debe tener carácter de ultimátum, porque el gobierno que no quiere armis- ticio es un gobierno criminal. Si nuestra proposición de armisticio no es irrevocable, obligaremos con ello a los gobiernos a ponerse ante los pueblos en postura de criminales, y los pueblos no tendrán consideración alguna con criminales de ese género. Se nos objeta que si no presentamos condiciones irrevocables, daremos muestra de im- potencia; pero ya es hora de despojarse de la falsedad burguesa al hablar de la fuerza del pueblo. La fuerza se demuestra, en opinión de la burguesía, cuando las masas van ciegamente al matadero, obe- deciendo las órdenes de los gobiernos imperialistas. La burguesía no reconoce como fuerte a un Estado sino cuando éste puede, haciendo uso de todo el poder del aparato gubernamental, obligar a las masas a ir adonde lo desean los gobernantes burgueses. Nuestra concepción de la fuerza es muy distinta. Nosotros creemos que la conciencia de las masas es la que determina la fortaleza del Estado. Este es fuerte cuando las masas lo saben todo, pueden juzgarlo todo y lo hacen todo conscientemente. No tenemos por qué temer decir la verdad sobre el cansancio, pues ¿qué país no está ya cansado, qué pueblo no lo dice abiertamente? Vean a Italia, cuyo cansancio ha provo- cado un persistente movimiento revolucionario que exige el cese de la matanza. ¿No vemos en Alemania manifestaciones obreras de masas con la consigna de la terminación de la guerra? La subleva- ción de la flota alemana, implacablemente reprimida por el ver- dugo Guillermo y sus lacayos, ¿no ha sido provocada por la fatiga? Si pueden acaecer tales hechos en un país tan disciplinado como Alemania, donde ya se comienza a hablar de cansancio y de acabar la guerra, no tenemos nosotros por qué temer hablar también abiertamente de esto, porque se trata de una verdad tan real para nosotros como para todos los países beligerantes, e incluso para los no beligerantes.

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