1917
325 la lucha. La total realización de nuestras aspiraciones no depende más que del derrocamiento de todo el régimen capitalista». Esto es lo que podría decirnos el campesino, acusándonos de ser dema- siado intransigentes en cuestiones insignificantes, cuando lo esen- cial para nosotros es descubrir toda la infamia, toda la ignominia de la burguesía y de los verdugos, coronados o sin corona, puestos a la cabeza de los gobiernos. No podemos ni debemos dar a los gobiernos la posibilidad de escudarse en nuestra intransigencia y ocultar a los pueblos el porqué se les envía al matadero. No es esto más que una gota de agua, pero no podemos ni debemos renunciar a esta gota de agua, que horada la roca de la política burguesa de conquistas. Unas con- diciones de paz irrevocables aliviarían la situación de nuestros ad- versarios. En cambio, nosotros daremos a conocer al pueblo todas las condiciones. Plantearemos a todos los gobiernos nuestras con- diciones y que respondan ante sus propios pueblos. Someteremos todas las proposiciones de paz a la Asamblea Constituyente. Hay otro punto, camaradas, al que deben prestar suma atención. Los tratados secretos deben ser publicados. Las cláu- sulas referentes a las anexiones y contribuciones deben anularse. Las cláusulas son muy variadas, camaradas, porque los gobiernos de saqueadores hacían algo más que ponerse de acuerdo acerca del pillaje; entre sus tratados figuraban también convenios económicos y diversos puntos sobre las relaciones de buena vecindad. No limitamos nuestra libertad de acción con los tratados. No nos dejaremos maniatar por los tratados. Rechazamos todas las cláusulas de bandidaje y de violencia, pero aceptaremos con satis- facción, y no podemos rechazar las cláusulas que establezcan rela- ciones de buena vecindad y acuerdos económicos. Proponemos un armisticio de tres meses; fijamos un plazo largo, porque los pueblos están cansados, están sedientos de reposo, después de más de tres años de guerra sangrienta. Hemos de comprender que los pueblos tienen que discutir las condiciones de paz, manifestar su voluntad por medio de sus parlamentos, y todo esto necesita tiempo. Exi- gimos un armisticio largo, para que el ejército en las trincheras salga de la pesadilla del asesinato permanente, pero no rechazamos pro-
RkJQdWJsaXNoZXIy MTA3MTQ=