1917

310 vísperas de la bancarrota sin la desesperación entre las masas opri- midas? ¿Y puede la desesperación de las masas, entre las que abunda la ignorancia, no manifestarse en la venta acrecentada de venenos de todo tipo? No, está condenada al fracaso la posición de quienes, al ha- blar del estado de ánimo de las masas, atribuyen a estas su propia pusilanimidad personal. Las masas se dividen en personas que es- peran conscientemente y personas dispuestas inconscientemente a caer en la desesperación; pero las masas de oprimidos y hambrientos no son pusilánimes. … Por otro lado, el partido marxista no puede reducir el problema de la insurrección a una conjura militar… El marxismo es una doctrina extraordinariamente profunda y polifacética. No es extraño, por ello, que entre los «argumentos» de quienes rompen con el marxismo se puedan encontrar siempre fragmentos de citas de Marx, sobre todo si se reproducen inopor- tunamente. La conjura militar es blanquismo si no la organiza el partido de una clase determinada; si sus organizadores no tienen en cuenta el momento político, en general, y la situación interna- cional, en particular; si ese partido no cuenta con las simpatías de la mayoría del pueblo, demostradas con hechos objetivos; si el de- sarrollo de los acontecimientos de la revolución no ha conducido a refutar en la práctica las ilusiones conciliadoras de la pequeña bur- guesía; si no se ha conquistado la mayoría de los órganos de lucha revolucionaria considerados «autorizados» o que han mostrado de otro modo de lo que son capaces, como los «Soviets»; si en el ejér- cito (cuando las cosas ocurren durante una guerra) no ha madu- rado por completo la hostilidad al gobierno, que prolonga la guerra injusta en contra de la voluntad del pueblo; si las consignas de la insurrección (por ejemplo, «Todo el poder a los Soviets», «La tierra a los campesinos», «proposición inmediata de una paz democrática a todos los pueblos beligerantes, vinculada a la anulación en el acto de los tratados secretos y de la diplomacia secreta», etc.) no han alcanzado la más amplia publicidad y popularidad; si los obreros

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