1917

XVI solo es revolucionaria si antes se ha construido una mayoría, a la que deben sumarse los soldados. Cuatro meses después del derrocamiento del zar, el desarrollo de los acontecimientos ayuda a caracterizar el desplazamiento de clases que ha sucedido dentro de Rusia. La tarea de acompañar y colaborar en el esclarecimiento de la conciencia en las masas pasa por analizar dicho desplazamiento. La monarquía ha sido desalojada por una burguesía terrateniente incapaz de dar respuesta a las demandas del pueblo, por eso pasan los meses sin paz, ni pan, ni libertad. Al mismo tiempo, el reformismo se hace cargo de la dirección del movimiento obrero, retrasando cualquier revolución, mientras la guerra agudiza las contradicciones. En ese contexto, junio es un mes definitivo en la crisis que se prolonga desde abril. El gobierno ha cerrado 331 fábricas, dejando en la calle a 85.000 trabajadores, muchos de los cuales se suman a la línea bolchevique, única que exige el cumplimiento de sus demandas. El capital extranjero interviene en Rusia a través de un préstamo de 325 millones de dólares, que no serán dirigidos a satisfacer las necesidades del pueblo sino a la compra de armas y pertrechos militares. La consecuencia de los despidos es el fortalecimiento de los sindicatos, controlados en su mayoría por los bolcheviques. La conferencia de los sindicatos de toda Rusia recibe la participación de 211 delegados, que representan casi a millón y medio de trabajadores. Estas medidas producen multitudinarias movilizaciones, en las que participan miles de obreros, que se articulan con los campesinos y soldados gracias a la activa organización de los bolcheviques. La manifestación del 18 de junio viene a ser expresión del esfuerzo revolucionario del partido bolchevique, que con una táctica pacífica ha venido agrupando a más sectores de la sociedad. La claridad programática da sus frutos y las consignas bolcheviques tienen la hegemonía en las movilizaciones. A lo largo de los cuatro meses de la revolución burguesa, Lenin plantea una táctica pacífica de crecimiento y concentración de las fuerzas, apostando a la toma progresiva del control en los Soviets para desplazar a los reformistas. Esta práctica ha sido

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