1917
83 la victoria del pueblo sobre los señores de la reacción y llama a todos los hijos de Rusia a ayudar a erigir el edificio del nuevo Estado ruso. Al mismo tiempo, insta al gobierno a coronar la causa de la eman- cipación concluyendo la paz. No debe ser, dice, una paz a cualquier precio; Rusia tiene ahora menos motivos que nunca para aspirar a una paz a cualquier precio. Debe ser una paz que permita a Rusia llevar una existencia digna entre las demás naciones del mundo. La humanidad ha derramado mucha sangre; el nuevo gobierno prestaría el mayor de los servicios, no solo a Rusia, sino a toda la humanidad si consiguiera concertar rápidamente la paz. En estos términos ha sido transmitida la carta de Gorki. Con profunda amargura leemos esta carta, impregnada desde el principio hasta el fin de un cúmulo de prejuicios filisteos. El autor de estas líneas ha tenido muchas oportunidades en sus entrevistas con Gorki en la isla de Capri, de ponerlo en guardia contra sus errores políticos y de reprochárselos. Gorki rechazaba estos reproches con su inimitable sonrisa encantadora y con la ingenua observación: «Yo sé que soy un mal marxista. Además, nosotros los artistas somos todos un poco irresponsables». No es fácil discutir esos argumentos. Gorki es, no cabe duda, un artista de talento prodigioso, que ha prestado ya y prestará grandes servicios al movimiento prole- tario internacional. ¿Pero, qué necesidad tiene Gorki de meterse en política? La carta de Gorki expresa, a mi parecer, prejuicios extraordina- riamente difundidos, no solo entre la pequeña burguesía, sino tam- bién entre un sector de obreros sometidos a su influencia. Todas las energías de nuestro partido, todos los esfuerzos de los obreros con conciencia de clase deben concentrarse en una lucha tenaz, conse- cuente y completa contra estos prejuicios. El gobierno zarista empezó e hizo la guerra actual como una guerra imperialista , de rapiña, para saquear y estrangular a las na- ciones débiles. El gobierno de los Guchkov y los Miliukov, que es un gobierno terrateniente y capitalista, se ve obligado a continuar y quiere continuar precisamente esta misma guerra . Pedirle a este go- bierno que concluya una paz democrática es lo mismo que predicar la virtud a guardianes de prostíbulos.
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