1917

75 cionarios y los anarquistas, no solo consiste en que los primeros son partidarios de la gran producción comunista centralizada, mientras que los segundos son partidarios de la pequeña producción dispersa. No, la diferencia entre nosotros, precisamente en la cuestión del go- bierno, del Estado, consiste en que nosotros estamos por la utiliza- ción revolucionaria de formas revolucionarias de Estado en la lucha por el socialismo y los anarquistas están en contra . Necesitamos un Estado. Pero no la clase de Estado que ha creado la burguesía en todas partes, desde las monarquías consti- tucionales hasta las repúblicas más democráticas. Y en ello nos dis- tinguimos de los oportunistas y de los kautskistas de los viejos y decadentes partidos socialistas, que han deformado u olvidado las enseñanzas de la Comuna de París y el análisis que de estas ense- ñanzas hicieron Marx y Engels 23 . Necesitamos un Estado, pero no del tipo que necesita la bur- guesía, con organismos de gobierno —en forma de policía, ejército y burocracia (funcionarios públicos)— separados del pueblo y en contra de él. Todas las revoluciones burguesas se han limitado a perfeccionar esa maquinaria del Estado, a transferirla simplemente de manos de un partido a las de otro. Por otra parte, si el proletariado quiere defender las conquistas de la presente revolución y seguir adelante, si quiere conquistar la paz, el pan y la libertad, debe, empleando la expresión de Marx, « destruir » esa maquinaria del Estado «prefabricada» y remplazarla por otra nueva, fusionando la policía, el ejército y la burocracia con todo el pueblo armado . Siguiendo el camino indicado por la expe- riencia de la Comuna de París de 1871 y de la revolución rusa de 1905, el proletariado debe organizar y armar a todos los sectores po- bres y explotados de la población, a fin de que ellos mismos puedan 23 En una de las cartas siguientes o en un artículo especial me detendré con detalle en este análisis hecho, en particular, en La guerra civil en Francia de Marx, en el prefacio de Engels a la tercera edición de esta obra y en las cartas de Marx del 12 de abril de 1871 y de Engels del 18 —28 de marzo de 1875—, así como en la forma en que Kautsky tergiversó por completo el marxismo en la polémica que sostuvo en 1912 contra Pannekoek sobre el problema de la «destrucción del Estado» (Nota del autor).

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