Nayar López Castellanos es un importante estudioso mexicano. Profesor de la Universidad Nacional Autonoma de Mexico (UNAM), dedicó muchos trabajos a América Latina. Su campo de investigación es muy amplio, pero se ha interesado sobre todo por el papel de los movimientos sociales y de resistencia antiimperialista en la crisis del modelo neoliberal. En sus numerosos libros, Nayar López ha analizado cómo se ha impuesto este modelo, que ha causado desastrosas consecuencias sociales en la región, y cuál ha sido la respuesta de la izquierda.

El estudioso prestó gran atención a los experimentos socialistas que caracterizaron a América del Sur en el siglo XXI, que introdujeron importantes novedades también desde el punto de vista teórico. Además, el estudioso ha valorado el diálogo de estas experiencias con el marxismo, en la óptica de una reestructuración del materialismo histórico. Todo ello en la necesidad práctica de crear alternativas positivas a la hegemonía del capital, que ha caracterizado el ciclo posterior a la caída del muro de Berlín. Según Nayar López, estos intentos, nacidos en América Latina y en el Sur global, han abierto nuevas perspectivas de desarrollo, en contraste con el capitalismo neoliberal. De hecho, para el estudioso, la tarea de la izquierda es tanto construir una alternativa democrática e igualitaria a la actual configuración económica desigual como luchar por una comunidad internacional horizontal y multipolar en la que los países más débiles sean realmente autodeterminados. En esta visión, a pesar de la multitud de estudiosos que gritó al final de la historia a raíz de la imposición global de los dictados liberales, la categoría de imperialismo mantiene aún plena vigencia.

El Farodiroma tuvo ocasión de entrevistar a Nayar López sobre una serie de temas, que se refieren tanto a México, donde recientemente se celebraron las elecciones de medio plazo que vieron la afirmación de las izquierdas, como América Latina, marcada en este último período por fuertes cambios sociopolíticos

¿Cuál es el enfoque programático de los movimientos sociales y de los partidos de izquierda en América Latina teniendo también claramente en cuenta las especificidades locales? Después de las recientes elecciones en Chile, en las que se ha visto la derrota de la derecha, la victoria del MAS en Bolivia y las fuertes protestas en Colombia, ¿es posible hablar de un relanzamiento del proyecto del Socialismo del siglo XXI en el Cono Sur?

Digamos que los movimientos sociales que se han desplegado en América Latina y el Caribe en los últimos dos años y los partidos políticos de diversas posiciones de izquierda que ocupan o no los gobiernos nacionales, tienen con todo y sus diferencias un elemento en común: la lucha contra el modelo neoliberal, y en algunos casos el cuestionamiento de las propias instituciones políticas tradicionales, incluyendo la propia figura de los partidos políticos. Por ejemplo, la rebelión popular que derivó en las históricas elecciones para fundar una Asamblea Constituyente en Chile estuvo originada por el hartazgo de la sociedad de vivir desde la dictadura de Pinochet bajo un modelo neoliberal y una constitución impuesta por el dictador en 1980.

La victoria del profesor Castillo en Perú, derivada de un programa antineoliberal, el retorno del MAS a Bolivia tras el golpe de Estado, y sin duda los contenidos de la insurgencia popular colombiana, demuestran que estamos frente a un claro relanzamiento de las fuerzas populares, los proyectos progresistas, los de izquierdas y los revolucionarios en nuestra región latinoamericana y caribeña. Es importante señalar que las movilizaciones populares desplegadas en estos tiempos de pandemia en Colombia y Chile, tienen una característica muy peculiar, y es que son movilizaciones que no tienen líderes, sino que son espacios con representaciones colectivas, que demuestran que la sociedad también actúa de forma propia y se organiza, y debate y reflexiona sin la necesidad de un o una líder.

Ello no significa que el hecho de que existan sea negativo, sino que es también importante darse cuenta que la autoorganización colectiva también se ha convertido en un protagonista central de nuestra época, sobre todo cuando se moviliza al identificar un punto de hartazgo común frente a las atrocidades de la derecha neoliberal y las prácticas fascistas como el hecho de disparar a la gente, a los ojos como sucedió en Chile y desgraciadamente se repite en Colombia, nada sorpresivo cuando recordamos que finalmente los aparatos policiacos y militares de ambos países han sido entrenados por Estados Unidos bajo la lógica de su concepción de seguridad nacional.

El Sur global es sin duda un importante y fundamental laboratorio político. ¿Qué aportación puede dar para una resignificación del marxismo? En este discurso, ¿cuál es la importancia de Antonio Gramsci?

Sin duda, el Sur global está ofreciendo invaluables experiencias de lucha y resistencia, de proyectos de gobierno, de dinámicas de integración, y de iniciativas multifacéticas, como el emblemático caso de Cuba con sus Brigadas Henry Reeve y sus cinco vacunas contra la Covid-19. Son experiencias históricas en sí mismas, y un ejemplo concreto de que otro mundo es posible. En el Sur global, y en los Sur del Norte global, encontramos diversas y multifacéticas expresiones de lucha que sintetizan una larga historia de movilizaciones en contra del sistema capitalista y el desigual orden internacional.

Las conexiones y los puentes de estas luchas y resistencias con los marxismos, es importante hablar del marxismo en plural, están generando no sólo su resignificación, sino su proyección hacia nuevas interpretaciones y una consolidación, tal vez mejor decir una reivindicación, sobre lo que Marx demostró como la esencia central del capitalismo: la explotación, y agregaríamos, la explotación de las potencias de los países del Sur global. El esquema del centro periferia no ha desaparecido, seguimos exportando materias primas y mano de obra, y en esta temática los marxismos tienen mucho que decir. Por ejemplo, desde esas diversas miradas marxistas, las contradicciones del sistema capitalista, y de las propias sociedades, se han expuesto con claridad y contundencia en esta pandemia. La injusticia de carácter cuasi criminal de los sistemas de salud privatizados que pueden dejar morir en la calle a cualquier persona por falta de un seguro médico, la mercantilización y parámetros de distribución de las vacunas contra la Covid-19 en el mundo, el exacerbado consumismo en el que están envueltas grandes capas de la población mundial y que contribuyen sustancialmente a la destrucción del medio ambiente, entre otros tantos aspectos, constituyen un ejemplo contundente de la crisis societal y el colapso ecológico que estamos viviendo, una crisis civilizatoria nunca antes experimentada que pone seriamente en riesgo la continuidad de la vida en el planeta.

En este sentido el Sur global, los marxismos resignificados y otras coordenadas como el Buen Vivir/Vivir Bien, el ecosocialismo y el Comercio Justo, constituyen los referentes centrales de que existen alternativas reales, y una esperanza tangible de reconfigurar los parámetros de las dinámicas sociales, las instituciones y las propias relaciones internacionales, bajo una mirada solidaria, humanista y emancipatoria.

Con respecto a Gramsci y su legado intelectual, en el contexto reciente también se ha fortalecido su análisis, interpretación y desarrollo en los espacios universitarios, académicos e intelectuales. Se han retomado sin duda sus planteamientos para coadyuvar desde la trinchera de las ideas en las luchas sociales, en las resistencias y en el ámbito de la investigación académica. En América Latina y el Caribe, se han conformado diversos grupos de investigación que analizan los planteamientos gramscianos desde una mirada propia y renovada, reivindicando su enorme aportación al pensamiento marxista, por ejemplo, en el campo de la hegemonía, la educación, la sociedad civil y el papel del intelectual orgánico.

En Brasil y en Ecuador con el lawfare, en Venezuela y en Cuba con el bloqueo, en Bolivia con un golpe de estado, finalmente derrotado, por citar algunos ejemplos, los experimentos de resistencia contra-hegemónica han sido atacados de todas las maneras. Para comprender estos procesos, ¿sigue siendo actual la categoría de imperialismo?

Por supuesto. Sin duda alguna, el imperialismo es una categoría que no solamente se mantiene vigente sino que no ha dejado de existir a pesar de que una parte importante del mundo académico e intelectual tenga miedo de utilizarla porque piensa que corresponde al pasado, tal vez a cierta etapa del siglo XX, como un concepto supuestamente superado porque ya no vemos a los marines yanquis desembarcando en alguna costa de cualquier país latinoamericano o caribeño, y entonces se piensa que Estados Unidos ahora se desenvuelve por la vía de los espacios multilaterales.

Quienes razonan de esta forma, en realidad pertenecen a ese status quo que legitima la vocación hegemónica e intervencionista de esa potencia y sus aliados europeos. Pero resulta todo lo contrario, el imperialismo está más presente que nunca y está presente en América Latina y el Caribe a través de sus 76 bases militares, está presente a través de la criminalización de los movimientos sociales, del lawfare también categorizada como judicialización de la política, está presente en los golpes de Estado que tan solo hemos vivido en este siglo XXI, Venezuela 2002, Honduras 2009, Paraguay 2012, Brasil 2016 y Bolivia 2019, todos operados por Estados Unidos. Además, el imperialismo estadounidense también se refleja en el control de diversos espacios multilaterales como el caso particular de la Organización de Estados Americanos, mejor conocido como el Ministerio de las colonias, pues sigue cumpliendo esa función de formas totalmente descaradas. Por ejemplo, el señor Almagro, secretario de este organismo supuestamente multilateral, se desempeña en realidad como un simple empleado de la Casa Blanca.

Es un individuo que nunca se pronuncia cuando realmente se violan los derechos humanos y se desconoce la democracia, y por el contrario se ha dedicado de la forma más decadente a proteger los intereses de Estados Unidos en cualquier coyuntura continental, buscando en todo momento sabotear a los gobiernos que encabezan proyectos de transformación. Y a las pruebas nos podemos remitir. Por ejemplo, ¿qué ha dicho la OEA sobre la violación de los derechos humanos en Colombia? ¿cuándo se ha pronunciado Almagro en torno a la criminal represión del gobierno de Piñera en Chile? ¿cuándo ha criticado el pésimo desempeño que ha tenido Bolsonaro con respecto al manejo de la pandemia en Brasil? ¿en qué momento ha denunciado la violación a la democracia y a las instituciones en Haití a partir de que un presidente se niega a dejar su cargo? Entonces, el imperialismo tiene muchas formas de actuar en el presente, y por eso resulta plenamente vigente el uso de esta categoría, porque además su existencia está demostrada no sólo en la región latinoamericana y caribeña sino a nivel mundial.

Estados Unidos es el principal país intervencionista del planeta, el que más muertes ha provocado con sus guerras en el presente siglo, es el único país que ha utilizado la bomba atómica contra la población civil como lo hizo en Hiroshima y Nagasaki, el que derroca gobiernos contrarios a sus intereses, que desarrolla campañas criminales como la operación Cóndor en el contexto dictatorial de las décadas los 70 y 80 del siglo pasado, el que daba un millón de dólares diarios al ejército salvadoreño para financiar a los escuadrones de la muerte y enfrentar la rebeldía del pueblo. Por ello, el imperialismo, como categoría, como concepto, tiene plena vigencia, reflejando a la vez lo peor de una clase política y económica enquistada en el poder que controla las estructuras políticas, económicas, militares y culturales estadounidenses.

¿Cómo valora la experiencia del gobierno de Obrador, que a menudo es criticado en occidente, recientemente también por el periódico financiero conservador The Economist?

Desde su toma de posesión como presidente de México, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador se planteó un elevado umbral de expectativas de cambio, que él denominó la Cuarta Transformación. Sin embargo, a pesar de importantes avances sociales desplegados en una batería de programas que ayudan directamente a los sectores marginados, en el ámbito económico no se han modificado las estructuras heredadas del modelo neoliberal. Por ejemplo, la relación económica con Estados Unidos se mantiene en los mismos términos que siempre ha existido, esto es, en una completa coordenada dependiente. México depende en un 80% de su economía de Estados Unidos. Se han dado avances importantes en el ámbito de la austeridad desde el Estado, en el combate a la corrupción y en el diseño de una batería de políticas públicas con un alto contenido social, pero esto no representa una solución de fondo para trastocar las causas que generan la pobreza y la desigualdad en nuestro país, y que no es otra cosa que el mismo sistema capitalista. Tampoco hemos visto una mejora en el ámbito de la seguridad pública, los dramáticos números de la violencia a partir del accionar del crimen organizado siguen cobrando grandes facturas en la sociedad mexicana.

De igual forma, la violencia y el hostigamiento contra los luchadores sociales se sigue repitiendo, como el caso de Samir Flores, asesinado por oponerse a las obras del Proyecto Integral Morelos, proyecto que en la campaña electoral Andrés Manuel había planteado suspender pero que al llegar a la presidencia invirtió la postura y lo terminó respaldando plenamente, priorizando al capital frente a la exigencia por respetar los ecosistemas y la propia seguridad de las comunidades pues entre otras construcciones que se están desarrollando está la de un gaseoducto que pasa a lo largo del volcán Popocatepetl, con gran actividad y con sospechas de alguna erupción próxima. El presidente López Obrador ha hecho evidente su animadversión frente a diversos sectores de la izquierda que no comparten su programa político y plantean diversas críticas sobre el desempeño de su gobierno, como es el caso del zapatismo y de otros movimientos y colectivos organizados en el país que reivindican la autonomía y que se plantean un proyecto de transformación mucho más radical, incluyendo opciones que se reivindican el socialismo. En realidad, me sorprende que ataquen el gobierno de Andrés Manuel cuando en los hechos no representa ningún peligro para los intereses de las inversiones extranjeras, del capital, porque nunca se planteó alterar el orden económico establecido bajo los parámetros neoliberales.

La publicación aparecida en The Economist, en realidad buscaba impactar en el reciente proceso electoral para beneficiar a la derecha mexicana, formando parte de la guerra sucia contra las fuerzas de centro izquierda e izquierda que parece ya ser una tradición en América Latina y el Caribe. Por eso podríamos decir que, a 2 años y medio del inicio del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, existen claroscuros que lo colocan frente a un escenario en el que debe optar entre mantener a flote el nivel de cambio que ha generado o decidirse por impulsar mayores acciones de transformación. La oportunidad que ha tenido el proyecto político que representa al tener una mayoría calificada desde 2018 en la Cámara de Diputados, fue desperdiciada, pudo haber planteado reformas profundas al sistema político y económico, incluso pensar en una Asamblea Constituyente que es lo que en realidad necesita nuestro país. Se reconoce la efectividad inmediata de políticas públicas de corte social, pero las coordenadas económicas del neoliberalismo han quedado intactas.

La relación económica con Estados Unidos no se ha alterado en lo más mínimo. Por eso, hay que señalar que no se puede proclamar el fin del neoliberalismo y seguir enclaustrados en un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá. El propio viaje que hizo Andrés Manuel a Washington para la firma de la nueva versión del tratado de libre comercio, en pleno desarrollo de la pandemia, resultó toda una polémica por interpretarse como un respaldo a la reelección de Trump. Este aspecto no demerita la importante decisión de abandonar en los hechos al llamado Grupo de Lima, creado por la Casa Blanca para intervenir en Venezuela, y el asilo otorgado a Evo Morales tras el golpe de Estado que lo desplazó de la presidencia de Bolivia. Más allá de ello, no vemos a México incorporándose en las dinámicas de integración del Sur latinoamericano y caribeño, como sería el ámbito de ALBA, Mercosur; incluso, a Telesur no se la ha dado la autorización para transmitir por cable en nuestro país.

¿Cómo comenta los recientes resultados electorales, que han visto en México otra victoria de la izquierda?

Los resultados electorales del pasado 6 de junio son importantes para el proyecto de Andrés Manuel López Obrador. Pero también tienen claroscuros muy evidentes. Hay que considerarlos como un termómetro de la gestión del presidente López Obrador, en el cual se refleja una confianza de la mayoría de los electores que acudieron a las urnas, pero no en las mismas dimensiones de lo que fue el 2018. El partido de Andrés Manuel, Morena, y sus aliados, mantiene la mayoría en la Cámara de Diputados, ganó 11 de 15 gubernaturas, y la mayoría en 12 de 18 congresos locales, sin embargo, hay un retroceso importante en la capital, pues la Ciudad de México ha sido un bastión de los partidos de izquierda y centroizquierda desde 1997 y en esta elección la mitad de las alcaldías quedó en manos de la derecha. Existe ya una conclusión general en el análisis de los resultados, y es que un sector importante de la clase media mexicana le retiró el apoyo al proyecto de López Obrador y votó fundamentalmente por la alianza de derecha representada por PAN, PRI y PRD.

En este sentido, es importante que desde Morena y el gobierno de López Obrador, se consideren los resultados como un llamado de atención para corregir errores. Si bien el proyecto de centro-izquierda mantiene la mayoría en el Congreso, pierde la mayoría calificada, que es la necesaria para poder hacer reformas constitucionales de fondo. También hay que señalar que estas elecciones se caracterizaron por una evidente ausencia de propuestas políticas, no hubo debate programático por parte de los contendientes, la mayor parte de los mensajes de los partidos políticos se dedicaron al ataque y la descalificación de los adversarios, no hubo un debate en torno a proyectos de nación, mucho menos en coordenadas ideológicas. Y como sucede en otros países de la región, fue la derecha la que optó por inventar escenarios catastróficos como la frase de que había que “evitar la destrucción de México”, siendo justo ellos y sus aliados el PRI y el PRD quienes verdaderamente entregaron en el 2018 un país ya destrozado.

El problema es que, en la política de nuestros tiempos, determinada en gran medida por los monopolios mediáticos, las sociedades a veces tienen una memoria muy corta. Como en el caso de Perú, en el que prácticamente la mitad de los electores terminaron votando por Keiko Fujimori, una política que estuvo recientemente en la cárcel por hechos comprobados de corrupción, increíble que alguien pueda votar por una política corrupta que ya estuvo presa, y con el agravante de ser hija del peor presidente que ese país ha tenido en la época contemporánea, procesado y también preso, acusado de corrupción y crímenes de lesa humanidad.

El Farodiroma es un periódico atento a los subalternos y al Sur global. Con base en Italia, tiene ediciones en diferentes idiomas. ¿Qué mensaje quiere dar a sus lectores?

Primero que nada, agradecer la invitación para esta entrevista. Fue un muy interesante diálogo a partir del cual podemos clarificar algunas coordenadas de lo que está viviendo América Latina y el Caribe, en un contexto de coyunturas políticas y electorales definitorias, marcado por la emergencia de rebeliones populares como las de Chile, Colombia y Haití que han impactado a la región en su conjunto. Simplemente dejarles mi última reflexión sobre la importancia de valorar la dimensión de las luchas sociales, las resistencias, los gobiernos de las diversas izquierdas y los marxismos en el Sur global, para darnos cuenta que importantes sectores de las sociedades no están dispuestos a rendirse frente al capital, que debemos superar las diferencias en el campo de quienes tienen una visión humanista, emancipatoria y anticapitalista para encontrar caminos conjuntos que permitan una transformación estructural del orden de las cosas como única alternativa al colapso ecosocial y la destrucción del medio ambiente.

Todavía queda tiempo para avanzar en la defensa de la vida en el planeta. El capital no tiene ninguna esencia humana porque sólo piensa en su reproducción, la cual se traduce en el bienestar, las comodidades y los lujos de una muy pequeña minoría en el planeta. La humanidad debe imponerse a las coordenadas destructivas del capital.

Las sociedades, los pueblos, los espacios organizados y los gobiernos de izquierdas, tienen la responsabilidad y el poder de resistir y/o superar la hegemonía del capital, tal y como lo hacen los zapatistas desde 1994, como lo hace la Revolución Bolivariana en Venezuela venciendo complejas batallas, la revolución cubana que contra viento y marea se mantiene con la frente en alto, y la existencia y desarrollo de miles de espacios colectivos que a lo largo y ancho del Sur global, incluso en el propio Norte, mantienen importantes expectativas de esperanza, pues en el escenario en el que nos encontramos en realidad ya estamos frente al tipo de definiciones de simplemente observar el fin de la existencia y la vida en el planeta, o salvar del colapso a la humanidad, y reconstruir, crear y recrear, incluso experimentar, pero con la condicionante de desplazar a la hegemonía del capital y sustituirla por la igualdad, la justicia social, la solidaridad, la democracia participativa y el socialismo.

Muchas gracias por esta hermosa entrevista.

 

Tomado de: Faro di Roma

https://www.farodiroma.it/america-latina-debe-encontrarse-en-la-lucha-contra-el-modelo-neoliberal-y-en-el-cuestionamiento-de-las-instituciones-politicas-entrevista-a-lopez-castellanos-n-galie/

Publicado el 19 de junio de 2021