Cuba siempre ha marcado una pauta en las luchas latinoamericanas y caribeñas por alcanzar el pleno ejercicio de la soberanía. A partir de 1898, como país formalmente independiente, la isla vivió 61 años bajo una condición neocolonial impuesta por la hegemonía imperial estadounidense. En 1959 triunfa la Revolución Cubana, cumpliendo una doble función: como la pinza que cerraba el ciclo de la lucha emancipadora que inició Martí, y como la creadora de una nueva forma de organización política, económica, social y cultural, inédita en el continente americano. Tras la caída del llamado socialismo real en Europa del Este y la desintegración de la Unión Soviética a principios de 1990, muchos contaban los días para que la Revolución Cubana también colapsara. Era el momento triunfal de la nueva hegemonía occidental a nivel planetario, con la que se decretaba el fin de la historia y de las ideologías. No había opciones: el sistema capitalista, ya para entonces en su fase neoliberal, era el destino inevitable para la humanidad. Pero esos días se convirtieron en semanas, meses y años, y hoy, en pleno 2017, la Revolución Cubana sigue en pie, y los seguidores de Fukuyama continúan esperando su caída.
En el complejo escenario que nos presenta el siglo XXI, Cuba sigue constituyendo un referente de emancipación frente al capitalismo neoliberal que hoy mantiene al mundo sumido en guerras, depauperización de grandes capas de la población y devastación del medio ambiente. A diferencia de la experiencia del Este europeo -salvo la Unión Soviética- el socialismo cubano se construye a partir de un movimiento revolucionario que transforma de raíz las estructuras políticas, económicas y sociales de esta nación caribeña. No es un sistema impuesto por decreto desde afuera o por una clase burocrática, sino resultado de una amplia participación popular.
En este proceso destaca el liderazgo de Fidel Alejandro Castro Ruz y de quienes encabezaron el Movimiento 26 de Julio. Fidel, el Comandante, el Jefe, falleció el 25 de noviembre del año 2016. Sin duda, cuando hablamos de revolución, soberanía, antiimperialismo, internacionalismo, solidaridad, independencia, Cuba, Caribe, América Latina, África, hacemos también referencia a Fidel y su amplia trayectoria. En palabras de Julio Cortázar:
Fidel es un hombre que plasma la Revolución en sí misma como tal: como dirección, orientación, fisonomía. Es evidente que para el conjunto del pueblo cubano, al margen de sus cualidades, de su eficacia como dirigente, es ya un símbolo que adquiere un valor fuera de lo humano, fuera de lo cotidiano. Cuando se oye la palabra Fidel en la boca de un niño, de un adulto, además del valor directo, tiene una serie de resonancias como en la música de armónica que toca las fibras de la sensibilidad, de la conciencia. Fidel es el escultor de la Revolución Cubana (Cortázar, 2006:175).
Y, retomando entre otras la visión de Pablo Maríñez, la Revolución Cubana es el principal legado de Fidel. Revisemos sólo dos aspectos centrales de ese legado: la justicia social y el internacionalismo.
Con respecto a la justicia social, Fidel encabezó la construcción de una amplia infraestructura social que se refleja, entre otros aspectos, en lo siguiente: atención médica universal y gratuita; medicinas subsidiadas en más de 90 por ciento; periodo de maternidad de 18 semanas; entrega de una canasta básica para cada familia; educación pública y gratuita en todos los niveles; desde guardería hasta primaria, los niños tienen garantizados los alimentos, uniformes y materiales didácticos; nivel medio superior y superior prácticamente con las mismas características, incluyendo una beca para universitarios; derecho universal a la práctica del deporte; política cultural como derecho humano, con acceso gratuito a conciertos, obras de teatro, talleres, danza y exposiciones de artes plásticas; los libros son un derecho garantizado y no un lujo.
Los grandes avances en el terreno de la salud, la educación, la cultura y el deporte, entre otros aspectos, demuestran cómo la Revolución Cubana ha estado abocada al desarrollo social, generando al mismo tiempo importantes aportes a la medicina mundial. Vacunas contra cáncer de pulmón, meningitis, asma, dengue, cólera y otras que se están desarrollando, como en el caso del SIDA, no sólo destacan por sus innovaciones y alcances, sino porque la investigación científica, la biotecnología y la industria farmacéutica en las que se generan son propiedad pública bajo una concepción humana y no de lucro, como sucede en el capitalismo.
El otro gran legado que dejó Fidel a través de la Revolución Cubana es el internacionalismo y la solidaridad práctica, fundamentales para entender el desarrollo político caribeño, latinoamericano y africano. Partimos de la trascendencia que tienen la Primera y Segunda Declaraciones de La Habana, en 1960 y 1962, respectivamente, en las que se emite el primer grito de rebeldía en la región contra el intervencionismo estadounidense, por una plena independencia y el ejercicio real de la soberanía nacional. Fidel señaló en 1962:
Frente a la acusación de que Cuba quiere exportar su revolución, respondemos: las revoluciones no se exportan, las hacen los pueblos (aplausos). Lo que Cuba puede dar a los pueblos, y ha dado ya, es su ejemplo (aplausos). ¿Y qué enseña la Revolución Cubana? Que la revolución es posible, que los pueblos pueden hacerla (aplausos), que en el mundo contemporáneo no hay fuerzas capaces de impedir el movimiento de liberación de los pueblos (Castro, 1962).
Esta visión, sin duda, inspiró a partir de la década de los sesenta a miles de latinoamericanos por el camino de la vía armada a buscar una transformación, a la expansión de la idea del socialismo y a la lucha antiimperialista. Cuba se constituyó como el referente para una izquierda latinoamericana diversa y multifacética. A la par, las derechas de la región utilizaron a Cuba como ejemplo de lo que no permitirían que sucediera en sus países, lo que dio paso a variados mecanismos fascistas para contener la lucha de los pueblos. La trágica noche de los generales en Sudamérica, con golpes de Estado respaldados por Estados Unidos, impera por 26 años, tomando en cuenta el golpe militar en Brasil (1964) y el fin de la dictadura de Pinochet en Chile (1990), aunado a la experiencia autoritaria y la resistencia popular armada en Centroamérica.
La idea de la dirigencia cubana de que la Cordillera de los Andes está llamada a ser la Sierra Maestra de América Latina, en el marco de una revolución latinoamericana, se tradujo en el apoyo de la isla a los movimientos insurgentes de la región, destacando la experiencia que el mismo Che impulsó en Bolivia, aunque al final sólo se da la victoria de la guerrilla sandinista en Nicaragua, en 1979.
La vocación internacionalista de la Revolución Cubana impulsada por Fidel también se materializa en el apoyo a las luchas de liberación nacional en África, particularmente en Angola, Namibia, Zaire, Guinea, Cabo Verde y el Congo, a través de la presencia, en diferentes momentos, de más de 300 mil combatientes y 50 mil civiles cubanos entre 1960 y 1990. Miles ofrendaron su vida en esa misión solidaria.
En la actualidad, decenas de miles de cubanos se encuentran en misiones sociales, repartidos por países latinoamericanos, caribeños y africanos. Fundamentalmente son doctores, alfabetizadores, trabajadores sociales y técnicos deportistas quienes realizan su trabajo sin remuneración alguna por parte del país receptor. Su estancia promedia dos años y su labor refleja la vocación humanista desplegada por Fidel, dejando sin sustento las críticas de las oligarquías latinoamericanas que siempre han señalado el peligro que supuestamente representa Cuba en el mundo. Felipe Pérez detalla en 2008 lo siguiente:
Cuba ofrece su primera Ayuda Médica Internacional en 1960, cuando envió una brigada médica a Chile, después del terremoto que azotó a ese país. En 1963 otra brigada médica parte a Argelia. Desde entonces, 38 brigadas de salud cubanas han prestado sus servicios ante llamados de emergencia de 21 países, con un carácter humanitario e internacionalista. En total, en el campo de la salud han cumplido misiones alrededor de 185 mil profesionistas y técnicos de la salud en 103 países del Tercer Mundo. Hoy cumplen misiones 39,051 trabajadores del sector de la salud, en 72 países, de ellos 17,919 son médicos (el 26.5 por ciento del total de médicos en activo de nuestro país) (Pérez, 2008:171).
Con esta visión de política internacional, Cuba se consolidó como uno de los principales portavoces del Sur, destacando su papel en el impulso del Movimiento de los Países No Alineados, la organización de innumerables conferencias y declaraciones sobre temáticas como soberanía, antiimperialismo, ecología, derechos humanos, cultura, ciencia y educación.
Esa dinámica estuvo acompañada de la resistencia a la permanente agresión estadounidense que, entre otras acciones, se tradujo en el bloqueo económico, fi- nanciero y comercial reflejado en más de 800 mil millones de dólares en pérdi- das para la isla; ataques bacteriológicos como los realizados con la introducción de virus para esparcir el dengue hemorrágico infantil o la destrucción de plantaciones enteras de la zafra; la invasión militar de Playa Girón; agresiones de grupos terroristas de cubano-americanos que operan desde Miami, destacando el comandado por Luis Posada Carriles, quien dirigió la colocación de dos bombas en un avión civil cubano que despegó de Barbados el 6 de octubre de 1976, causando la muerte de las 73 personas que iban a bordo.
Tras el periodo especial que vivió Cuba frente a la desaparición de los países socialistas en Europa del Este y la desintegración de la Unión Soviética -lo que se tradujo en el colapso de todas las cadenas económicas y productivas de la isla- Fidel logró, con gran éxito, concitar la resistencia popular para enfrentar la situación. En los tiempos actuales, caracterizados por una profunda crisis económica del sistema capitalista a nivel mundial, así como por severos problemas ambientales y de salud relacionados con la pobreza, reflexionar sobre los aportes de Cuba a la humanidad resulta im- portante para destacar lo más valioso de ese proceso y su significado en torno a la construcción de alternativas al sistema capitalista. En el año 2006, Eliades Acosta señalaba al respecto:
A partir de lo que Cuba significa para sus detractores, la isla se expande más de lo deseado ocupando un espacio polémico que va del pasado al futuro. Para sus partidarios, se trata de una trinchera que debe defenderse, un bastión sitiado donde se decide la suerte de todo el frente, incluso, de la guerra, en su conjunto. Para estos últimos, más que de un tema historiográfico polémico o de una utopía, se trata de un presente palpitante, una especie de Stalingrado tropical rodeado por divisiones enemigas, un símbolo que no puede caer, la encarnación del “No pa- sarán” republicano y español de 1936 en tiempos de televisión por cable, teléfonos celulares e Internet (Acosta, 2006:138-139).
Cuba navega en la actualidad en un contexto político internacional complejo, con todo y el histórico paso dado para normalizar las relaciones diplomáticas con Estados Unidos a pesar de que continúa el bloqueo. Por ello resulta importante pensar en la trascendencia del legado de Fidel Castro y el peso de sus ideas frente a las adversidades que puede generar la reanudación de esa relación con Washington, considerar el momento que atraviesa América Latina ante la embestida oligárquica y la necesidad de reforzar una política estratégica en los procesos de transformación social frente a la barbarie que hoy representa el capitalismo neoliberal. Al respecto, rescatamos la visión del brasileño Frei Betto, planteada en una ponencia que presentó en enero de 2016 en La Habana, señalando los desafíos que tiene Cuba, los cuales aplican con mayor precisión a los otros proyectos de transformación existentes en la región:
El capitalismo, con su poderosa maquinaria de publicidad, quiere que la humanidad tenga como sentido el tener y no el ser. Quiere formar consumistas y no ciudadanos y ciudadanas. Quiere una nación de individuos y no una comunidad nacional de compañeros y compañeras. El socialismo apunta en la dirección opuesta. En él, lo personal y lo social son caras de la misma moneda. En él, cada ser humano, con independencia de su salud, ocupación, color de la piel, condición social, está dotado de una dignidad ontológica y, como tal, tiene derecho a la felicidad. Esa es la ética que debe cultivarse para que, en el futuro, Cuba no llegue a ser una nación esquizofrénica, con una política socialista y una economía capitalista (Betto, 2016).
Palabras finales
El pasado 25 de noviembre murió el último de los grandes del siglo XX y el primero del XXI. Y esto lo afirmamos porque en los 16 años de este siglo que transcurrieron hasta su muerte, Fidel siguió presente como un referente fundamental de las luchas del pueblo cubano y, ya retirado del ejercicio directo de sus responsabilidades de gobierno en 2006, continuó ofreciendo, desde el Sur, una mirada profunda en torno a los grandes problemas de nuestro tiempo.
Fidel ocupa un lugar único en la historia de América Latina y el Caribe. Se caracterizó por ser un creador de ideas de cambio y revolución, y de caminos para llevarlas a la práctica, aun en los contextos más adversos y complejos. Fue un constructor al servicio de la humanidad, a contracorriente de rutinas y esquemas de pensamiento y acción.
Fidel sintetiza en su persona al revolucionario con una indoblegable voluntad de lucha, al estadista guiado por la lealtad a la causa del pueblo y al socialismo, y al dirigente capaz de ejercer su liderazgo, manteniendo el espíritu de la autocrítica, la congruencia ética y el apego a los principios. La obra intelectual que deja como lega- do es inmensa, reflejada en su contribución a conceptos como revolución, socialismo, independencia y autodeterminación de los pueblos, con una extraordinaria capacidad de combinar teoría y práctica y de transmitir sus ideas pedagógicamente. De igual forma, destacan su estatura moral y su visión política para enfrentar al imperialismo estadounidense, como líder de la Revolución Cubana, como estadista y como estratega militar, distinguiéndose en la historia moderna por haber resistido todo tipo de agresiones durante más de cinco décadas, incluyendo los 640 intentos de asesinato ejecutados tanto por la CIA como por el ala terrorista del exilio cubano radicado en Miami.
Fidel fue un ejemplo de lo que un día señaló el Che: sentir en todo momento y en lo más hondo cualquier injusticia, cometida contra cualquiera, en cualquier parte del mundo. Ello quedó plasmado en el internacionalismo que ha ejercido como política exterior la Revolución Cubana, mucho más allá de lo discursivo, en la práctica concreta, una auténtica solidaridad fraterna y humana que ha llevado a miles de cubanos a múltiples escenarios del orbe.
Por último, hay que destacar que Fidel también forjó a varias generaciones de re- volucionarios y luchadores sociales dentro y fuera de Cuba. Como símbolo de rebeldía frente a la injusticia y la explotación, hoy siguen sus pasos nuevos liderazgos en la isla, al igual que millones de hombres y mujeres en el planeta que, desde diferentes trincheras de lucha y trabajo, dedican sus esfuerzos a la construcción de sociedades justas, de otro mundo posible. Fidel, ¡coloso de mil batallas! ¡Honor a quien honor merece!
Bibliohemerografía
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BETTO, Frei (2016), “El papel de la ética en las políticas de desarrollo”, en La Jiribilla. Revista de cultura cubana, enero. Dirección URL: <http://www.lajiribilla.cu/articulo/el-papel-de-la-etica-en-las-politicas-de-desarrollo>, [consulta: 25 de abril de 2017].
CASTRO, Fidel (1962), Segunda Declaración de La Habana. Del pueblo de Cuba a los pueblos de América y del mundo, La Habana, 4 de febrero. Dirección URL: <http://www.fidelcastro.cu/es/documentos/segunda-declaracion-de-la-habana>, [consulta: 25 de abril de 2017].
CORTÁZAR, Julio (2006), “Escultor de la Revolución”, en Luis BÁEZ, Absuelto por la
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[1] Politólogo y latinoamericanista. Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM. Coordinador del Centro de Estudios Latinoamericanos, FCPYS, UNAM. Miembro del padrón de tutores y profesor en el Programa de Posgrado en Estudios Latinoamericanos, UNAM. E-mail: <Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.>.